Volver a casa no siempre es volver a casa, porque después de cada viaje uno pierde el sitio del que se fue. Se aleja, toma el autobús o sube al avión con la certeza de que al volver todo estará en el orden dispuesto antes de la partida, pero lo cierto es que al regresar hay un desajuste o un ajuste en las cosas, en el aire de la habitación, en la mirada de quienes nos dicen hola. Yo así he vuelto muchas veces de mis viajes, desencontrándome en mi habitación siempre familiar pero que a veces, me es irreconocible. A veces encuentro cosas nuevas. A veces soy yo quien regresa algo nuevo, con la mirada un tanto despierta o un tanto apagada.
Ni mi casa ni yo nos volvemos a encontrar entonces. Así andamos huérfanos los dos por lo que cambiamos.
1 comentario:
HOla.
Llegó aquí por los enlaces de Téllez-Pons. Tu texto me es especialmente relevante, ahora que yo estoy por salir de mi casa paterna, luego de muchos años de vivir ahí.
Así que, ojalá, yo pueda, alguna vez, hacer mías esas últimas líneas tuyas "Ni mi casa ni yo nos volvemos a encontrar entonces. Así andamos huérfanos los dos por lo que cambiamos".
Saludos
Sergio.
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