En la crítica literaria no exista tal cosa llamada democracia. Acaso, existe la visión unipartidista de lo literario o lo que los demás han denominado como lo literario. Partido de una sola dirección, la crítica, al igual que los electores y los candidatos, se venden o validan al mejor postor. Unos a cambio de unos pesos y la torta gritan consigas como: "Lo importante es la experimentación", "Lo importante es ser modernos", "lo importa es no contar" etcétera. Otros se venden a cambio de mejores prebendas. Pero que no me digan que la crítica es honesta con lo literario. Siempre se intenta atraer agua al molino. Siempre somos pozos sin fondo, gargantas sedientas del poder que dan las palabras.