Hay muchas cosas que no entiendo en mi presente, pero las acepto. No voy a luchar contra ellas. Simplemente voy a fluir con responsabilidad sobre lo que me corresponde resolver o vivir. Intentando, en el proceso, no hacerle más daño a nadie. Ser claro con lo que quiero, con lo que puedo ofrecer, con lo que deseo obtener. Hoy hablé todo el día con A. Empezamos a las once de la mañana en un café en la zona del Obispado, en Monterrey y terminamos bebiendo cerveza en el Barrio hasta que nos corrieron. Con mucha naturalidad nos pusimos al día, hablamos con una franqueza inédita, puesto que en el pasado habíamos intercambiado solo saludos de cortesía y necesidades editoriales por resolver. Creo que, en suma, no habíamos hablado entre nosotros más de 20 minutos en total, en nuestros encuentros previos, aunque esos minutos sin duda eran significativos. Pero hoy fue como un evento catártico para ambos. Ella contó lo que deseaba contarme de su vida y los últimos días de I, yo hablé de mis procesos de duelo y el intentar hacer un mapa claro de ambos. En algún punto me dijo: es que yo no tenía solo un proceso de duelo, eran como siete al mismo tiempo, y me dije, caray, pues entonces yo llevo muchos más a cuestas y no me había dado cuenta: el de dos futuros, el de dos parejas, el de dos casas, el de una familia, en fin. Uno responde, dijo A, como mejor puede al calor de los sucesos, con al menos sentir que lo hicimos lo mejor que pudimos debería bastar para no ser tan duros con nosotros. pero mejor no pensar en eso. O más bien, sí pensar en eso, pero acomodarlo como mejor se pueda hacer. Al final llegamos a la conclusión de que solo resta crecer, aprender sobre lo vivido, que la gente no tiene ninguna obligación por estar con nosotros, y que, cuando se van, hay que agradecer su paso por nuestra vida. O cuando los dejas ir. O cuando los dañas. Porque uno también hace daño. Uno también tiene la culpa. Sin duda hay dolor en el proceso. Yo intento ser empático la mayoría de las veces, pero siempre se puede. Algún día escribiré, sin duda, el resultado de mi vida en estos meses pasados. Y la vida de I y A, y las relaciones opresivas y dolorosas, y la esperanza, y el terminar relaciones de muchos años y el dar o no dar segundas oportunidades. Será mi otra novela de mi vida: la que tal vez sólo mediane la ficción pueda al fin responder y dejar atrás, como la anterior. Que tuve qué escribir todo mi dolor en esas 220 páginas hasta que saqué toda la podredumbre que traía. Yo siempre digo eso: escribo porque tengo preguntas que solo una historia puede decirme. Sin embargo, ahora mismo sigo muy involucrado. Y tal vez será así, cuando lo haga, como una charla entre dos personas que se cuentan las zonas más difíciles de su vida y cómo, al calor de la cerveza, pueden tener el ánimo de seguir adelante.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario