Descubro que escribo: no en ese afán de multimedia, ni en el afán de la heredad: ni en el afán de decir: yo estoy de este lado de la barda; simplemente descubro que escribo y que nunca estaré a mano con el lenguaje, ni estaré cerca de las historias que deseo contar y que todo es un balbuceo aún más torpe; pero aún así, escribo incluso ya sin saber qué significa esto, ignorante de todas sus aristas o dobles mensajes que tiene la escritura: escribo como si cambiara una bicicleta o pidiera un café o me quejara de lo extraño que empiezo a ver la vida. No tengo ciencia alguna al tomar el teclado ni viene un númen. Espero que pasen más los días y si al final aún tengo las palabras en la boca, mi mente no tan extraviada por la vejez, podré decir que tuve mis palabras y mi tiempo y con ellas maté ocio y soledad.
3 comentarios:
Me gusta cómo lo dices, así como debe ser la escritura: natural y sin poses, sólo es, sólo lo haces.
me agrada saber que uno aún es capaz de atrapar esas palabras y sobre todo amoldarlas para dar forma a un significado.
Acá te veo el jueves. Saludos,
Òudi-Ló
P.D. Subí el flyer a mi blog.
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