Quería sentarme, cómodamente, a terminar de leer un cuento de Roal Dahl. Pero acabo de ver el video de la balacera en la estación Balderas, la forma como ese hombre, asesina a Esteban Robles Barrera. Me parece increíble que, de los cientos de personas en el metro, sólo uno haya intentado detener a este hombre. Y veo, veo cómo cae. Y uno queriendo solucionar el mundo escribiendo cuentos infantiles o leyéndolos: esos cuentos infantiles que es querer ser artista, comprarse un coche nuevo, entristecerse porque el vestido nuevo se rompió, etcétera, ese cuento infantil de enojarse porque a otro le va bien. Este no es un mundo, lamentablemente, para Dahl. Estamos en el imperio de Stephen King o en el mundo ácido de cualquier narrador de terror. O realista. Tal vez.