Después de varios cuentos escritos sigo sin saber qué es un cuento. Cuando me preguntan, ¿qué es un cuento? sólo tengo dos respuestas: la formal y la informal. Si lo formal me gana digo lo normal: texto breve, pocos personajes, revelación del personaje al final de la historia. Si lo informal me gana, pienso en el cuento como ese instante donde se captura una pasión, una mirada, un golpe o cambio de suerte; ese momento al que el personaje llega por sorpresa y por lo mismo, también el autor. No será a partir de entonces el mismo personaje ni será el cuento el mismo que pensaba escribir el autor. El cuento es un rapto y debe de tener esa luz relampagueante que anuncia, de golpe, lo oculto en las palabras y las acciones. Y debe de ser instantáneo: igual que un shock con el que se intenta sacar a un hombre de un paro cardiaco.