Viene el poeta Eduardo Milán a la Fundación y deja, con su paso, la sensación que deben de dejar los exterminadores al rociar el veneno en el minúsculo embudo de las hormigas. Sin embargo, esa verdad dicha con la inteligencia y la capacidad de Milán para relacionar textos, autores, ideologías y concretar máximas al aire, resulta anestésica. Sí. Uno adopta la idea de que: si no se escribe desde el germen máximo de la literatura: desde pensar la primera línea con el fantasma de Dios, Dante y Homero, desde la tan anunciada: "muerte de la literatura." ¿pues qué diablos hace uno como escritor?
La visión de Milán no acepta debates. Y todos lo escuchamos entre esperanzados y con la desesperanza en la columna que se nos cimbra. Yo no puedo escribir desde esa visión, me queda claro al final. Soy una oveja sin piel de lobo que deambula siempre al filo del desfiladero.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario