Ayer fui al domo a ver las estrellas. Nos llevaron velocidad luz durante medio día y la tierra era apenas un guijarro blanco en la playa negra. Nos llevaron más lejos y la tierra no era nada. Yo me pregunté qué tan lejos tendría que estar para que toda tú fueras apenas un guijarro blanco en mi memoria muerta. Luego nos acercaron a la misma velocidad y la tierra apareció achatada, jugosa y líquida, terrosa y trémula en aquella marea oscura. Y yo pensé qué tanto tendría qué acercarme a ti para que fueras jugosa y líquida, terrosa y trémula entre mis manos negras.