A veces me pregunto qué caso tiene escribir en un blog. Pero vuelvo a él con una mansedumbre casi marcial. Y escribo. Y a veces me leo a mí mismo. No sé si les pase a otros; pero encuentro al amparo de esa lectura cierto abrigo, cierta felicidad pasada. A veces me dicen o preguntan por cosas de mi vida y antes de que responda dicen: es que no necesitaba saberlo, soy lector de tu blog. Y pienso: caramba. Una amiga me dice que este ha sido el único medio que ha tenido para saber qué exactamente pasa conmigo. Otros me hablan del amor de O que ha contagiado mis letras y en charlas me dicen que cómo me fue con x o y cosa antes de que yo, acaso, les cuente que hice x o y cosa. Es en ese momento cuando me digo: ¿qué caso tiene escribirme en un blog, más que escribirme, describirme? Soy la geografía de este par de blogs que mantengo. Hasta ahí llegan mis fronteras: el resto es vacío.
1 comentario:
Estos lugares cibernéticos tienen un encanto difícil de describir. A los curiosos nos da la oportunidad de conocer las vidas de personas que quizá nunca veamos físicamente y por supuesto ni hablar de los beneficios terapeúticos para el autor. Qué se le va a hacer sino seguir escribiendo.
Publicar un comentario