En un momento un hombre se detiene a ver un video de golpizas, una chica sonríe y alza la mirada al cielo mientras su acompañante le pasa la mano por la cintura; en un momento se mueve una bolsa de plástico que tapa el sol y una plasta de luz cae sobre el muro con posters para un concierto dark. Y pasa la gente y en el puesto de al lado un hombre rebana aguacate sobre una tortilla con picadillo y el caldo del guiso embarra el blanco del plato desechable. Y miro. Miro cuidadosamente a esas mujeres que se golpean en televisión y luego al hombre que avanza con la indiferencia completa y veo cómo se apaga la sonrisa en la chica al tiempo que la mano se retrae y cómo la luz se esconde nuevamente y el aguacate cae con tosquedad sobre la comida y resbala, como varado y sólo entonces sigo, avanzo por ese pequeño espacio del callejón y meto las manos en las bolsas de la chamarra y me siento robado, robado por lo efímero de las cosas, por lo efímero de la mirada que se desploma, de nuevo, en la grisura de lo indiferente.
1 comentario:
¿Robado? ¿Robado, Toño? ¿Cómo, si absolutamente nada es de nadie?
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