A veces me envían fotos de niñas secuestradas. Y las miro. Detenidamente las miro. Me las grabo. Sé que no las voy a encontrar. Sé que no veré esas trenzas, esos gestos, esas sonrisas develadas en tiempos mejores. Pero me siguen enviando fotos de niñas secuestradas y sé, íntimamente, que más las condeno a la oscuridad, al anonimato, a la fría mano de la muerte cuando marco: delete.
1 comentario:
Qué identificada me siento con tus palabras. He llegado a veces a pulsar delete mirando a otro lado, huyendo quizá de la sensación de culpabilidad por no poder colaborar, porque los rostros se me desdibujan en la memoria. Intento paliarlo, rezando unas oraciones. Siendo franca, rezo por los desaparecidos, por sus familias, pero sobre todo, porque nunca le ocurra a mi hija.
Saludos, Antonio.
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