Sólo puedo pensar en una cosa: la ciudad sigue sin estar preparada. Sus dobles pisos, las vecindades de la colonia Guerrero, los vetustos edificios de la colonia Roma, el caos vial frente a los amplios rascacielos pueden ser sólo los puntos de alerta máxima en caso de un nuevo temblor. Hace 21 años la ciudad se derrumbó como un acordeón sin aire. Se derrumbó de lado. Se aplastó igual que los pisos de un pastel al fallarle la levadura.
Hoy, a las siete y quince de la mañana la bandera en el Zócalo se colocó a media hasta y un estallido de sirenas de ambulancias y bomberos inundó la plancha capitalina. 21 años del temblo. 21 años de los fantasmas. Vivir en el Distrito Federal no es sólo soportar el tráfico, el smog, la conglomeración, el espírito arribista y ofensivo de sus habitantes. Es también apropiarte de su historia. Hacerte chilango aunque no lo quieras, aunque traigas el resentimiento o cuidado tradicional de la provincia en las venas. Uno se hace chilango aunque no se quiera. Come en los mercados como los de aquí, usa el metro como los de aquí, busca las quesadillas de hongos como los de aquí, asiste a Bellas Artes como los de aquí y ve las comedias en televisión como los de aquí. Claro, algunos ponen diques para no transformarse por completo: yo no he de comer una torta de tamal hasta el último día que decida quedarme en el d.f.
Pero también se comparten las historias y los dolores. Se vive en común el miedo o el recuerdo. Hoy, 19 de septiembre, se recuerdan 21 años del terremoto del 85. Yo no pienso en ese pasado, sino en las casas donde viven mis amigos, los edificios donde trabajan mis amigos. Hago una oración sencilla para que los muros y columnas aguanten. Soy, en ese sentido, completamente chilango. En los primeros años miraba con morbo las imágenes pero ahora no deseo verlas, para no tener imágenes del futuro. Pero me da una sensación de esperanza saber que la ciudad se reconstruyó. Es una ciudad hermosa a pesar de sus conflictos. Y ha sobrevivido.
¿Cuando será el fin de la ciudad de México? Esperemos que no sea pronto.