viernes, julio 06, 2007

Al

No recuerdo sus nombres pero se presentaron conmigo el pasado mes de mayo, en el sala del Palacio de correos en Monterrey. Eran tres hombres y habían ido a la presentación de mi libro, invitados ya no recuerdo por quién. Pero se presentaron con mucha seguridad y me invitaron a su taller de cuento en el restaurante Al, en la calzada Madero. Los oía hablar sobre sus cuentos con algo de prisa, porque algunos familiares se iban y otros llegaban y si bien del otro lado de la sala mis amigos bebían y comían, yo estaba con estos tres escritores adultos. "Venga, ande, venga al taller, será un gusto que vaya un día de estos". Me excusé alegando obvias razones de residencia, pero al final uno de ellos me entregó sus cuentos, eran apenas copias, de hojas escritas a máquina, como esos libros que venden a veces nóveles escritores en la plaza de Coyoacán.
La dedicatoria dice:
"Vayan estos poemas para Antonio Ramos con especial afecto del autor Martín Bermejo, 'El rey de los vagabundos'.
Guardé las copias y hoy que escombro en mis papeles aparecen con su radiante felicidad. Hay también un teléfono. En mi próxima visita a Monterrey les hablaré, no sé por qué, pero les hablaré. Descubro, al final, un poema a Monterrey. Es escueto y no emitiré juicio sobre él. Lo transcribo como un pequeño gesto de gratitud por esa invitación.
"La ciudad llora conmigo
la ciudad goza conmigo
la ciudad es lluvia de todos los mundos
y estas calles y avenidas de Monterrey
-acuíferas en personajes y sucesos-
son un constante peregrinar de mis sentidos."
Salud.

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