Fie a mi género sexual, odio todo lo que tenga que ver con mercerías. Ese mundo de cositas bonitas, listones, cosas brillantes y olanes me produce lo mismo que una cruda. No entiendo esa pasión por la lentejuela, la casi perversa fascinación por los hilitos o las cosas cute que se pueden apilar por docenas en cajas de cartón. ¿Han visto cómo a veces, se pierden valiosos momentos de la vida tratando de meter un hilito por el ojo de una aguja? ¿Qué placer puede existir en chupar el rabito del hilo, ensalivarlo, cerrar con perfecta sincronía el ojo para ajustar el espacio y finalmente, meter y sacar el hilito por el hoyito hasta que quede?
Creo que odio las mercerías y las mercaderías desde que en la infancia, mi abuela me sometió a tardes rigurosas de compras de olanes, rellenos y patrones para hacer muñecos de peluche. Los plástico, lo brilloso, los cute, esas pequeñas campanillas o florecitas que a veces picaban se metieron en mis nervios hasta casi hacer palidecer mi nostalgia.
Cuando paso por las mercerías le agradezco tanto al lóbulo izquierdo de mi cerebro por imponer la razón sobre mi lóbulo derecho. Si no, ya vería yo esa arquitectura de lo bonito y chafa y cursi en esas montañas de cositas plateadas, de flores e hilos e hilazas y listones y pelusitas doradas o color plata. A, mi lóbulo izquierdo.
Por eso, cada que paso por una mercería debo contener el vómito, el desgano. Y espero y espero ya sea a mis hermanas, a O o a mi madre que hacen filas, emocionadas con hilos, campanelas o botones o prendedores o incaibles o.... bueno. Esos momentos agradezco ser hombre. No batallamos, escogemos la cerveza entre tres tipos de marcas, o es carne de res, cerdo o pollo. Son estos pantalones y ya.
2 comentarios:
Ay, Toño:
¿Cómo puedes preguntar qué placer existe en someter el ojo propio a la precisión del ojo de una aguja cuando entre ambos se erecta un hilillo recién chupado? Dicho placer me recuerda la ilación de las letras, de las palabras, de las frases, de los párrafos, de los cuerpos, de los órganos, del incienso y el aire, del tequila y el caballito. O será que yo me paso de fiel a ese generador de lo non plus ultra. Whatever.
Abrazote,
Òudi-Ló
jejeje, chido, Oudiló... saludotes
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