jueves, noviembre 22, 2007

Ropa vieja

Qué ridículo es a veces, ese tiempo que dedicamos a vestirnos, esa elección sentimental de la ropa del día a día, como si estuviera en ella el optimismo diario o la desgracia de la tarde. Frente al espejo, es imposible no entrar al terreno de la incredulidad o de la cursilería. La ropa nos hace. Procuren tener un espejo de cuerpo entero para detener morosamente, la mirada, en esas imperfecciones que nos hacen y nos construyen.

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