Previo
Ok, al final hubo pleitos, no entre O y yo, sino entre algunos invitados a la fiesta y pensé, después de todo, cuando hay cerveza hasta altas horas de la madrugada, es inevitable que el optimismo y la felicidad duren hasta entonces. Y hubo gente que vomitó y presencié un beso tríple entre unos amigos, pero antes de todo eso, Fabian nos tomó unas fotos en la calle, O con las alas que el mushasho le hizo, yo casi resplandeciente con mi traje gris oscuro plateado. Y antes de eso llegamos a casa de Rube a visitarlo. Que una novia baje en una calle semivacía llama siempre poderosamente la atención. Pero yo quería visitar a Rube y al vernos subir por la escalera yo creo que se puso muy contento y tenía unas cervezas sin alcohol y creo que debí de tomarme una, pero no lo hice. Y antes de eso, Elida estaba dormida en el coche mientras casi toda la familia se había ido entonces nos acordamos que ¡El pastel! ¡No hemos partido el pastel! Y regresamos corriendo al menos O y yo y nos tomamos una foto con el olvidado pastel aunque ya la gente se había ido.
Ok... no estoy contando bien esto.
Quiero decir que mi boda, contra todos los pronósticos, tuvo tres fiestas: fiesta el día del civil donde Polo hizo una discada para rechuparse los dedos y mi tía María unos frijoles a la charra para comer frijoles a la charra toda la vida y el juez en algún momento se engolozinó y O y yo sólo lo mirábamos mover la boca pero en realidad, no decir nada. Y mis tíos se burlaron de mí porque apenas y O me hablaba y yo iba corriendo con ella. Compré las flores, las puse en las paredes, me tomé fotos con mi abuela, cenamos rico.
La segunda fiesta fue en la iglesia.
A las siete de la mañana estábamos O y yo comprando cosas en el Sams y en el Wal-Mart donde nos encontramos a Carreño. Todo ese día fue, literalmente, correr, pero no olvido nada, detalles, etcétera. Teníamos una fuente de chocolate y una de queso y varia gente metió fresas a la fuente de queso y verlos morder esa extraña combinación fue algo raro.
La tercera fiesta.
En cambio, fue donde mejor me la pasé. Música, sonido, cañoncito de niebla, tacos al vapor (gracias Daniel, Yarezi, Odvidio, Laura) y cerveza (gracias Rilva). Bailamos, nos reímos, mis hermanas bailaron, Samuel, el hermano de O se la pasó videograbando a amigos. Claudia dijo que quería vomitar al ver mi felicidad, mi primo Ismael e Irma, su novia, ocuparon luego luego unos silloncitos en el rellano de la escalera y desde ahí recibieron el fresco de la madrugada, Oudiló y la Miner baile y baile, Lacho igual, las amigas de O... etcétera.
Promesa que no se cumplió.
Semanas antes de la boda, O y yo miramos con insistencia un programa que se llama Novias Neuróticas y veía a O de reojo y toda su ilusión por convertirse en novia neurótica y ya me miraba yo como un novio sobajado y gritoneado... pero no, no tardamos en darnos cuenta que en el fondo, las bodas, sirven para aliviar lazos, sirven para recibir el apoyo de la gente que se quiere sumar. Después de ver la ayuda de tanta y tanta gente, la felicidad de tanta y tanta gente que asistió, los niños que corrían por el patio, mi amiga cansada de manejar, a mi amigo Fabian Cavazos, super fotógrafo (si quieren algo original, en serio, búsquenlo, nos tomó unas fotos en la calle, O con sus alas agitándose por el viento y yo corriendo junto a ella), etcétera.
Pero el caso es que, después de ver tantos esfuerzos de la gente, lo menos y mejor que puedo decir es que mi boda fue un esfuerzo colectivo, que fue la unión de muchas personas que nos regalaban sencillas tazas de vidrio o toallas, pero que ahí estaban, de amigos que sacaron la chequera, de O que se fue sola al palacio de gobierno a tomarse sus fotos porque yo no quería verla, del discurso de Karla, mi tío Lalo y Nahum, del pastor que me llamó Juan Antonio y mi tío que le dio la bienvenida a la familia Revillas Alarcón y de O saliendo a una calle sin chiste para ir a visitar al Rubelesque.
Gracias por ayudarnos. De entre tanta gente que se sumó a nuestras fiestas, como dijo Mariana, una amiga, a una fiesta en el corazón, es bueno saber que también hubo mucha que se acercó, puso sus manos humildes para ayudar y todo salió perfecto.