domingo, abril 29, 2007

Mis manos son alargadas,
siempre le corto las uñas
y las lavo a profundidad
las veces que me acuerdo.
Anoche soñé
que me las cortaban.
Un viejo las segaba
de un tajo y lejos
mis manos
se marchitaban
al amparo
de una vitrina de carnicero.
Yo mismo las compré
con ayuda de una palita
y las doré en aceite.
Mordí bajo las uñas
ruñí entre los dientes.
Luego dejé los huesos
a los gatos.
Ojalá cuando las
sacrifique
mis manos sí logren
alcanzarme en sueños.

El violín

Rulfo hubiera firmado, sin dudarlo, la autoría del guión de El violín. Ubicada en una zona de la tierra caliente, la ópera prima de Francisco Vargas es un agudo análisis de la naturaleza humana pero también, un vivo retrato de las relaciones entre el pueblo y el gobierno: representados estos mediante los hombres alzados, las mujeres huidas y el ejército mexicano. Y digo que Rulfo hubiera firmado la autoría del guión porque la película es una síntesis casi de la obra del jaliscience. El campo, las pasiones humanas en su estado más puro de dolor, indiferencia, jodidez y gandallismo son las que aparecen a lo largo de este largometraje de apenas 98 minutos. La tensión narrativa es un sustento imprescindible en toda película y El violín, desde su inicio contudente hasta la gran frase de :"se acabó la música", parece llevar con nota el manejo de la tensión: siempre ocurren cosas, siempre está uno al acecho de qué ocurrirá.
El violín, es, a mi juicio, la mejor película mexicana de los últimos diez años, sólo comparada con El laberinto del fauno que, si bien pertenecen a géneros distintos, en ambas la naturaleza de los hombres y las relaciones de poder (que siempre estamos envueltos en relaciones de poder, ya sea para incrementar la nuestra o para quitarnos las del otro), aparecen con todos sus embagues, traiciones y espejos. Una película que nos hace pensar en dónde están las lealtades, si en determinado momento tomaremos las armas o dejaremos que otros nos sigan pisoteando. Porque este país, por mucho premio óscar, por mucho automovilismo y equipos de futbol, por mucho Montecristo y Starbucks en cada esquina y por mucho premio literario, sí, está siempre a la deriva.

jueves, abril 26, 2007

A veces pienso en qué necesitado nació y es nuestro amor. Nunca tendré para comprarte una casa al capricho y tendremos nuestros amores en los pasillos de los camiones urbanos o en la destemplada soledad de una plaza pública. A veces pienso en todas las comodidas que sé, no están al alcance de mi mano para obsequiarlas en la tuya. Sí, nuestro amor nació con muchas carencias de casas, de teléfonos, de coches, de esos viajes que siempre, siempre le hacen bien a los que se aman. Pero eso sólo lo pienso a veces, cuando estoy molido por el día a día o cuando detesto todas mis debilidades como hombre. Pero sólo, lo repito, lo pienso a veces, y entonces te miro y desde toda mi pobreza me siento rico, satisfecho con las pocas monedas en mi bolsillo.
Para O

Mis primeros libros

Recibí mi primer libro después de una gran crisis asmática, misma que obligó a los doctores a trasladarme en caracter de urgencia de un hospital a otro. Cuando abrí los ojos estaba en un pasillo blanco y la doctora al verme despierto se acercó junto con mi madre y me preguntaron que si estaba bien. Yo sólo pedí de comer y al instante me trajeron un emparedado de jamón con queso amarillo y con las untadas perfectas de mayonesa. Luego, recuerdo haber dicho que estaba aburrido. ¿La solución? Traele al niño un libro.
Sin embargo, en mi familia nunca habíamos tenido contacto con los libros, ni con las historietas, ni con los fancines y menos con las enciclopedias. Ahora me gusta imaginar a mi padre y trato de pensar cómo fue que decidió que lo mejor para un niño asmático y en el hospital eran sólo un par de libros. Imagino que los compró porque estaban empastados, porque tenían fotos de guerra o simplemente porque se miraban bonitos. Nunca le he preguntado dónde los encontró, pero mis primeros libros fueron dos tomos de dos enciclopedias distintas: Grandes conquistadores y descubridores, Tomo II y Enciclopedia de la Revolución Mexicana, Tomo III.
Miré ávido las imágenes y leí poco a poco (apenas aprendía a leer), las batallas de Ciro el grande, el odio de Aníbal contra Roma, la derrota de Maratón y el incendio de Atenas y después me leí biografías de revolucionarios: nació cerca, peleó aquí, murió allá. No olvido lo que decía sobre el hermano de Zapata: "el que a hierro mata a hierro muere", o la vida de un tal Navarrete, teniente del ejército federal o de Orozco. Esos fueron mis primeros libros. Cuando salí del hospital no volví a leer sino hasta mucho tiempo después, unos cuatro años cuando el Chavo me prestó "La isla misteriosa" y cuando encontré en casa de un tío, la novela de Verne de "Los hijos del Capitán Grant". Qué maravilla fue descubrir en esta última novela al personaje final de "La isla misteriosa". Ahí entendí por primera vez la emoción que da meter personajes de un libro a otro. también entendí, con los otros libros, el valor histórico de las cosas y las acciones de los grandes héroes y la guerra. Veladamente, en mi última novela escrita, hago un homenaje a esos libros. Fueron pocos esos cuatro ejemplares pero fueron sustanciales (y lo siguen siendo) hasta que volví a leer en la facultad,

En la fila

Jueves 26. Fecha de entrega del FONCA. Aunque no participo, voy a entregar el proyecto de otra persona. Son apenas las ocho y treinta y encuentro ya a cerca de doce personas afuera de Hamburgo 115. Hace un poco de frío pero llevo mi periódico Record en la mano mientras el resto de los solicitantes llevan libros voluminosos en las manos. E insisto: hace frío. Poco a poco, en la espera, algunos solicitantes empiezan a hablar de las becas y que deberían de darlas al menos por lástima, otro se queja de que den tan pocas. "Es un país de casi 100 millones de habitantes", expresa para ganarse el consuelo o la aprobación del resto. Yo: callado, siguo leyendo el Record donde dice que el Pachuca ahora sí es el equipo de México.
La gente en la fila, toda, podría ser catalogada de inmediato como creadores jóvenes, lo son, por supuesto, pero hay en sus miradas y actitud desde el que toma café y fuma cigarrillo (pido una buena razón para iniciar el día con café y cigarro) y mira con aire despreocupado las paredes del edificio, pero también con el aire de quien piensa en la profundidad de la materia y el ser. Otras chicas se alacian el cabello o una le da un breve masaje a la otra. La mayoría presiente el nerviosismo en el aire. Digo, es otro año. Y cuando miro de reojo en la solicitud de otro, veo que tiene tachados todos los años: todos los años viene por esas fechas a pedir la beca.
Hoy le decía a alguien que, bueno, un escritor se hace de formas tan raras, pero no se hace en definitiva, mediante una beca: la beca te da el espacio, el tiempo, pero si uno no se da el lenguaje y la disposición de batallar con el libro en proceso de escritura, no habrá nunca becas que lo hagan a uno escritor. Pero, ¿quién decide si te la dan o no? El azar, la suerte también. Cuando me voy me llevo la sensación de que todo está bien: ya hace sol y para no ponerme denso mejor me como una manzana.

lunes, abril 23, 2007

23 de abril, día de todos nosotros

Cada 23 de abril se festeja el día del libro. Hay qué festejarlo. Pero también, hay que festejarnos: desde el que los escribe y quien los lee y más aún, quien los difunde, el libro es un patrimonio de escritores, de promotores, de lectores; ese gran pastel que se presenta en el punto culminante de la fiesta: bocado perfecto, pastel de cinco pisos y de los novios. Así que, este 23 de abril, felicidades por ser lectores del libros.

¿Cuántos años cumples como lector?
¿Qué libro te inició?
Así que, a festejarnos, leyendo de nuevo esas páginas que nos hicieron otras personas.

domingo, abril 22, 2007

Hoy no tengo nada qué decir. Por otro lado, que tenga qué decir algo, tampoco es importante.

Disfraces

Me cuenta O que hay una señora que pide limosna en las escaleras del metro Zapata. A la señora no le va muy bien que digamos. Un día apareció con lentes oscuros y un bastón de ciego y sus ganancias mejoraron. Una semana después, agregó al disfraz vendas en las manos. Dice O que sus ingresos fueron en aumento. Yo también a veces uso mis lentes oscuros y mi bastón de ciego. Y a veces me pongo vendas en las manos y cojeo para pedir las caridades de mis textos; cada escrito mueve entonces hacia la piedad o la lapidación; cada texto me muestra entonces de mi mejor o mi peor manera. Es sólo entonces el tipo de limosnero que soy en ese momento.

jueves, abril 19, 2007

Y entonces el genio de la lámpara maravillosa me dijo:
-Sólo si eres amigo de Villoro, Bellatín y Enrigue serás publicado fuera de México.
Y dicho esto, el genio desapareció.

Bagdad

Ayer murieron más de 200 iraquies en Bagdad. Nadie se acuerda de los 200 iraquies en Bagdad. No sabemos sus nombres. No los sabremos. ¿Vivían bien esos 200 iraquies en Bagdad? ¿No los habían despertado en la noche con cateos inesperados? En el fondo, ¿dónde queda Bagdad? ¿Está en un sitio del hemiseferio frontal de George Bush? ¿Llegan los aviones a Bagdad? ¿Quién muere en Bagdad? No, no nos importa Bagdad. Hablemos mejor de Messi y su gol. Qué buen gol. Hizo un regate de casi 58 metros. Dribló a más de siete jugadores del Getafe. Al llegar la área y ante la incredulidad de los espectadores en el Nou Camp, Messi aún tuvo el descaro, eso que hace a los grandes futbolistas, de jugar con el portero como un gato con un ratón. Y el gol. El gol le ha dado al vuelta al mundo.
Pero no se ha visto en Bagdad. No, ni se verá.

miércoles, abril 18, 2007

Qué hermoso me suena la palabra "iglesia".

Me sabe a:

barda a medio construir.
animales que huyen en la noche.
ojos que salen violentamente de sus arcos.
la forma como al mirarte, te penetro.

lunes, abril 16, 2007

Los homenajes

A mí también me gustan las películas de Pedro Infante y las novelas de García Márquez, pero no entiendo después, a qué se debe la alharaca por el aniversario de la muerte de uno y el cumpleaños del otro. Mucho más emocionantes y folkloricos los festejos del primero, pero sin duda, nada lejanos las fiestas del otro. Si uno logra evadirse del bombardeo televisivo, verá que al figura del Torito, casi dentro del santoral mexicano, cada día se queda más en la nostalgia del México que se perdió. Con sus acentos cantaditos y los personajes del macho mexicano que cantaba y en el aire las componía, Pedro Infante ahora nos gusta, tal vez no por lo bien que actuaba, sino por ese México y esa realidad que se nos fue. Es puro golpe de nostalgia ver a Chachita llorar ante el féretro de su padre o Pedro metiéndose en la casa en llamas.
García Márquez, en cambio, también representa esa nostalgia del boom, de los niveles a los cuales la literatura mexicana no volverá a llegar, acaso porque los escritores actuales ya no son tan queridos o no desean que se les quieran. Pero, con García Márquez, más que la nostalgia, es la certeza de que no habrá otro escritor con sus características durante decenas de años, tal vez cientos. Todo mundo lo critica, con la velada certeza de que no le llegará a los talones. A veces escucho entre jóvenes escritores diatribas contra el colombiano, pero que parten no sé si de la impotencia o de la ignorancia.
Al final, seguimos con el culto al otro, al héroe, al que logró cimentar con su sonrisa los suspiros de una generación y al que logró que viéramos con su pluma, un millón de mariposas amarillas, una mujer volando gracias a una sábanas y tantos y tantos Aurelianos Buendías con su cruz de ceniza en la frente. A Pedro Infante, ayer fueron a cantarle hombres vestidos de Tizoc, motociclistas borrachos, viejas con sueños de Chorreadas y Tucitas dicharacheras con serpientes de plástica. ¿Qué circo u homenajes, veremos cuando el otro grande muera?

sábado, abril 14, 2007

Las más importantes.

La encuesta del grupo Nexos acerca de cuáles son las mejores 30 novelas de los últimos 25 años, encuesta llevada, imagino, sólo entre amigos y allegados del grupo, arrojó sus justicias e injusticias literarias. Algunas más justas, otras menos injustas. Ésta será una lista canónica, estimo, para la literatura mexicana contemporánea, como en su época lo fueron las antologías de los contemporáneos o las más recientes antologías sobre poesía, cuento y ensayo publicados por el Fondo Editorial Tierra adentro.
Estimo que la lista de las mejores 30 novelas, corresponde sólo a un ejercicio temporal. Tal vez en otras circunstancias anímicas y con otros encuestados, la lista habría arrojado otros nombres aunque no diferiría mucho; tanto Pacheco, como Ponce y Del Paso, nuestros tres grandes "P" de la literatura mexicana, similar a los tres grandes "J" de la música, Jim Morrison, John Lennon y Jimmy Hendrix, con toda seguridad repetirían en lo alto de la lista.
Pero a esta lista no se suscribe, creo, lo principal de la literatura mexicana. Hay tanto autores fuera de los círculos literarios y las cófrades, que simplemente fueron ignorados. Me cuestiono sobre la inclusión de autores contemporáneos, y no sé si también signfique una especie de prebenda o apuesta personal de obtener algun favor al mencionar a un escritor contemporáneo, de los que apenas despegan, acaso viendo ya en el futuro, su poder dentro del medio, o tal vez un poder que ya tengan.
Hablando con un amigo, llegamos a la conclusión de que los narradores de nuestra generación idolatrán a ciertos escritores de la generación de los sesenta de acuerdo a como se vistan. Si eres medio fresa, a E, si eres rebelde, a G y si lo tuyo es matar la literatura, a M. Esos son los tres santos de la generación que apenas despunta. Sin duda, los tres, grandes autores o buenos autores, dejemos la grandeza para los que han muerto.
Al final, Nexos ha logrado un gran nocaut con su lista: ha declarado amigos y enemigos, a reformulado los bandosy ha dejado, de nuevo, otra piedra polémica para la discusión en bares y congresos de literatura: esa polémica sin la que muchos autores, no serían recordados o bien, no tendrían tanta fama.

Libralgia

Clases. El salón se llena poco a poco. No son muchos alumnas pero aún así es un grupo considerable. La mayoría son mujeres adultas y una tercera de hombres a los que les calculo de 25 años para abajo. Después de las presentaciones de rigor y de una mirada superficial sobre la materia y la importancia de leer, les pregunto qué libros han leído. El perfume, biografías de Frida Kahlo, el principito y otras novelas salen al aire. Al final, una mujer dice: la biblia. Y hay un brillo en su mirada al decirlo. No sé, pero simplemente no puedo dejar de leerla, algo me está pasando al leer, no dejo incluso ni de subrayar ni de nada. A veces no le entiendo, pero como sea sigo en la lectura. Y la noto nerviosa, pero al mismo tiempo con la sencillez con la que alguien te cuenta su turbación. Ahí está, le digo entonces al resto del salón: hay que dejar enfermarnos por los libros, hay que dejar que el libro nos de calentura y nos pongo a prueba, que el libro haga con nosotros algo impensable. El resto de la clase asiente. Pero luego, una alumna alza la mano y dice: ¿y si el libro nos aburre? El resto del salón me mira esperando la gran respuesta y mi respuesta no es ninguna romántica. Pues tírenlo, escóndalo, pongan un kilómetro de distancia entre ustedes y él, pero el libro que sí les guste, recomiéndelo, regálenlo y otra vez, déjense enfermar por él.
Así termina la clase. Mis alumnas y mis alumnos se van. Veremos si podemos enfermarnos, este periodo, de libralgia.

viernes, abril 13, 2007

Temblor

¿A dónde corres cuando el piso se te mueve? Anoche tembló en la ciudad de México. Un sismo de una alta intesidad que se sintió por más de un minuto o más. O y yo corrímos, ella por las gatas, yo a abrir la puerta. Poco a poco las voces de los vecinos empezaban a subir hasta el departamento, ubicado en el sexto piso. Siempre he tenido miedo de ese sitio, tan alto, escaleras débiles, muros de cartón. La puerta se golpeaba, luego se cayó un contenedor de cidis mientras O cargaba a las gatas y yo miraba a los vecinos bajar por las escaleras. Pero no me moví. Pensé, no puede ser un temblor muy fuerte. No debe de ser y sí sentía cómo iban bajando las pulsaciones de la casa, cómo todo volvía a la normalidad. Estoy seguro que si un temblor devastador nos alcanza en ese cuarto, nuestras probabilidades de sobrevivir son pocas. Hoy en la mañana entrevistaban a un señor que había perdido a sus siete hijos en el temblor del 85.
-La mayor se llamaba Gloria Estela, y ya estaba en la universidad - dijo el señor moreno, regordete, de esos a quienes, si te los encuentras en la calle, no les da ni un ápice de cordura o inteligencia.
Pero luego ya cerramos la puerta e hicimos, en ese rato, nuestros manuales de acción en caso de temblor. Acordamos qué iba a hacer cada quien, O iría por las gatas, yo por una cobija. En fin, hoy pensaba que en muchas partes odian a los chilangos. Y creo que, por el simple hecho de vivir en una ciudad que en un minuto o dos se puede venir para abajo, sólo por eso, deberíamos de tenerles un poco de respeto.

jueves, abril 12, 2007

Unos soldados violan a una mujer en la sierra de Zongolica.
Denisse Dresser calla a Marín para que todos la escuchen.
Napoleón Urrutia vuelve al poder del sindicato de Mineros.
Nexos se preocupa por saber cuáles son las mejores novelas mexicanas en los últimos treinta años.
Y aludidos y no aludidos en la lista saltan a regatear su nombre.
La UNAM sacará, en estos días, el gran concurso 3 B "El Blog del Big Brother". Se anima a la juventud mexicana a participar con seudónimo en un concurso literario muy suigéneris.
Yo pienso: entrarán quienes busquen fama literaria inmediata.
Y me entero de que, en Monterrey, acaban de balacear a dos tipos en plena zona rosa.
Entre balas y literatura se van nuestros días.

lunes, abril 09, 2007

Volver

Ir, regresar, volver. Pierdo la noción y el tiempo de las veces que he vuelto a Monterrey. No olvido la primera vez: la nostalgia de reconocer las calles y los camiones, las despedidas, las lágrimas. Ir a Monterrey me supone también un reloj de tiempo. La ciudad siempre ha cambiado cuando vuelvo. Descubro primero que hay puentes en Gómez Morín, más tarde, que le han abierto un río a las calles, más tarde: descubro otro puente en Félix U. Gómez. Ahora que fui: descubro Céntrica, una gran centro comercial donde antes hubo un tiradero de desechos industriales: y veo la extensión de la línea dos del metro y una inmensa grúa suspendida a más de cuarenta metros de altura.
Monterrey pierde sus rasgos, se construye otros. Yo también me voy configurando con cada que vuelvo a mis viejas calles. Nunca soy el mismo al entrar a la casa. Nunca soy el mismo cuando me voy.

jueves, abril 05, 2007

Espacios

El viejo de don Juanito vivía casi frente a mi casa. Su casa era amarilla, de madera y techo de lámina. Un día me contó que en San Francisco lo habían navajeado y me mostró la cicatriz: gorda, enreverada. El viejo don Juanito murió estando yo lejos de casa y cada que volvía, encontraba el tejaban amarillo casi derruido, a punto de caerse. Me decían: anoche entraron a la casa. Me decían: ya se secó la higuera. Me decían: ahí hacen ritos satánicos. Y cada que volvía a casa miraba el derruido tejaban y algo de nostalgia se me embarraba en el pecho.
Cada viaje nos va orillando a lo desconocido.
Hoy llego a casa y veo las puertas del tejaban abiertas. Me late la curiosidad. en 20 años nunca entré ahí. Aparece mi tío y me cuenta, rápido, que lo dejaron encargado de la casa, que los familiares de don Juanito la van a tirar, etcétera. ¿Y puedo entrar? Claro, éntrale. Adentro hay un cama vieja, un perchero con un hueserío de ganchos para colgar la ropa. En el piso hay montones de ropa, muebles de madera extremadamente delgados. Entonces noto las pequeñas dimensiones de las piezas, los pocos metros donde puede vivir un hombre. Y pienso que, con la vejez, en realidad sólo necesitamos de espacios pequeños para vivir. Continúo con mi visita: aunque ya no hay nada más qué ver.
Espacios pequeños para la vejez, pienso al salir. Tengo que salvar, al menos, un espacio pequeño para la mía.

martes, abril 03, 2007

Kazaro

-Ese libro sí está chingón -dice B cuando tomo un ejemplar del diccionario Kazaro.
-Ya lo creo, hay muchos imitadores de él.
-Y lo escribió ya ruco -mete su cuchara H.
-Yo creo que a mí -insiste B- me faltan como unos 30 años para escribir algo como eso.
-Pues claro-añado- dónde has visto que un mocoso como nosotros escriba algo así a nuestra edad, las grandes novelas se escriben sólo cuando sabes que ya todo está por irse a la chingada. Ahorita todos son fueguitos, aunque quieras cambiar el orden de la literatura actual y escribir como nadie más lo ha hecho.
-Que apocalíptico -dice H y vuelve a su computadora.
Y tomo el diccionario Kazaro. Quién sabe si la muerte nos de tiempo, es lo único que pienso.

domingo, abril 01, 2007

-El día de hoy, la única forma como un hombre puede convertirse en realidad en un buen hombre, es buscando una guerra y perderse en ella –dijo Pizarro.
Los demás asentimos.
Una guerra: hay que buscarse una guerra.