Creo que se le llama otaku al fan del ánime japonés, o al fan de una serie en específica. Si bien, nunca he declarado mi callado gusto por el ánime, en estos días he encontrado una serie que me hace salir del clóset. La serie se llama Eureka Seven, producida por los estudios Bones y retrata un mundo opresivo (como todos los del ánime), pero con sus bellezas, donde existe una sustancia que se llama trapar, una sustancia invisible pero sobre la cual se puede surfear. Las naves, ok, no vuelan, surfean.
La historia trata sobre la educación, digamos, sentimental y moral del joven Renton, hijo de Adrock Thorsthon, el salvador del mundo, y la relación que mantiene con Eureka, la piloto del LFO Nirvasha typeZero. ¿Qué es el Nirvasha? Es un auto que se transforma en robot y que tiene una tabla de surfing sobre la que se eleva entre las nubes de colores para acabar con otros LFO militares. Eureka Seven es otra vez la búsqueda de la libertad y del amor sobre las opresiones de este mundo colonizante.
¿Pero, qué me hace levantarme del sillón para alabar esta serie? La calidad de los dibujos, el excelente manejo psicológico de los personajes, las ambientaciones lúdicas y atmosféricas de los LFO y los chicos surfeando entre las nubes: los contrastes entre los personajes y en sí, el aprendizaje emocional de Renton y Eureka.
La serie tiene puntos de quiebre, raros cuadros de belleza y poesía oriental, creo, en medio de las batallas y envidias. Ver a los chicos surfear entre las nubes es fantástico, lo mismo que estar ante una historia bien contada, con sus tensiones y distensiones. Hay un capítulo en especial que me emocionó: Renton busca a Eureka en un bosque de bastones gigantescos y encuentra a un chico que cuida a una chica con la enfermedad de la desesperación: enfermedad que inmoviliza. Renton le dice que la chica tiene "desesperación", pero él le contesta que no: "la desesperación no cae en los enfermos, dice, sino en quienes los cuidan y yo, yo no estoy desesperado."
Es sólo un momento. Y sí, después de los Mazinkaiser, de Robotech, de Gundam Seed y Destiny y de Appleseed, empiezo a escribir de ánime partiendo de una sóla imagen: un par de chicos que surfean en las nubes y dejan tras de sí una estela rojiza o morada de trapar que en mete en los ojos del espectador.