viernes, febrero 25, 2005

Detalle frente a una puerta


Para Isabel Cobos.

Salió la última y la miró alejarse por la banqueta saludando algunas compañeras del trabajo que se detenían en los puestos de tostadas y duritos. La vio entonces seguir por la misma calle y detenerse en la parada del camión. Como siempre dejaría pasar dos unidades antes de abordar. Subieron al mismo transporte y él se fue al fondo sin dejar de observar esa melena negra que brillaba en la noche.

Fuera la ciudad seguía sucia y anónima a pesar de las luces mercuriales que bañaban a trazos la oscuridad. Él bajó unos calles antes y se dedicó a caminar a paso lento. Ya sabía dónde estaba la casa y que siempre ella llegaba antes de platicar con alguna vecina. Ya sabía que abría la puerta después de batallar con el pestillo y que dejaba la bolsa sobre un sillón amarillo que había visto sus mejores años.

Cuando salió a la calle, esa que conocía hasta en sus más leves secretos, encontró la casa con la luz del frente encendida y lentamente se acercó tratando de pasar desapercibido. La sangre le pulsaba nerviosa cuando se detuvo frente a la ventana y a través la vio moverse a sus anchas en la sala. Ya para entonces él era como una espiga azotada por el viento y los nervios lo hacían sudar. Iba a tocar el timbre pero avanzó rápido y conforme se alejaba el corazón dejaba de latirle a prisa y toda una normalidad volvía al cuerpo. Se dijo que otro día finalmente le hablaría, que otro día tocaría esa puerta a presentarse y decir su nombre y sus intenciones.

VI

Va a llegar
airosa
serena
va a llegar
colmada
de arena
calmosa
terrible
amada
sólo sé
algo, la
presiento
al breve
momento
apenas
llegue y
ya, simple
estaré
amándola.

jueves, febrero 24, 2005

El nadador

El nadador es uno de los mejores cuentos de Cheever que he leído y aún no termino el libro. Un hombre, Neddy Merryl, decide regresar a nado a su casa en las orillas del pueblo. Su plan es simple: cruzar nadando por las piscinas de los vecinos hasta la piscina de su casa. Se encuentra feliz y pone la idea en práctica. Sin embargo, conforme avanza se encuentra con una serie de obstáculos que van revelando al lector y al mismo Neddy Merryl que la vida no es tan calurosa y agradable como un chapuzón en verano. Cada piscina es entonces un desencanto y al final Neddy, este Ulises contemporáneo que intenta volver con su Penélope, termina de frente a su realidad.
Cheever escribió alguna vez que un cuento es aquello que te platicas en el dentista. Yo no sé qué tipo de dentista debió de tener. A propósito de El nadador, escribe el autor norteamericano lo siguiente en sus diarios: "por un inmenso número de piscinas -¡treinta!- y algo comenzó a ocurrir. Frío y silencio. Comenzaba el invierno. A pesar de todo. Fue una experiencia terrible escribir ese cuento. Es decir, estoy orgulloso en parte de haberlo hecho pero el resultado fue que no sólo el Yo Narrador sino también el Yo John Cheever se convirtieron en parte de ese invierno. Tardé mucho tiempo en poder volver a escribir otro cuento".
También dice en los mismos diarios: "El Nadador podría conocer las estaciones; no lo sé, pero sé que no es Narciso. ¿Pueden cambiar las estaciones? ¿Pueden las hojas marchitarse y empezar a caer? ¿Puede venir el frío? ¿Puede nevar? ¿Qué significa esto? Uno no se vuelve viejo en el curso de una tarde. Bueno, juguemos un poco".
Y en el cuento entonces, cambian las estaciones, las hojas se marchitan y empiezan a caer y viene el frío, neva y uno se vuelve viejo al terminar la historia.
"Es uno de esos domingos de mediados del verano, cuando todos se sientan y comentan:
-Anoche bebí demasiado. -Quizá uno oyó la frase murmurada por los feligreses que salen de la iglesia, o la escuchó de labios del propio sacerdote, que se debate con su casula en el vestiarium, o en las pistas de golf o de tenis, o en la reserva natural donde el jefe del grupo Audubon sufre terrible malestar del día siguiente.
-Bebí demasiado -dijo Donald Westerhazy
-Todos bebimos demaisiado -dijo Lucinda Merril.
-Seguramente fue el vino -dijo Helen Westerhazy-. Bebí demasiado clarete.
Esto sucede al borde de la piscina de los Westerhazy..."
John Cheever, La geometría del amor, Emecé, Buenos Aaires lingua franca, 2003

sábado, febrero 19, 2005

VI

Soy totalmente imperfecto. La nariz chata cobija demasiado, los ojos pequeños, apenas previsibles. Tengo este aire desapercibido y siniestro de quien lo piensa todo. Me pregunto qué dirá la gente cuando muera. Le faltó esto, no alcanzó lo otro. Su lenguaje fue sin sorpresas. Vivió en la soledad demasiado tiempo que perdió la noción del amor y del andar entre hombres. Sé que algunos dirán junto a mi féretro mi lista de inobjetables fracasos. Qué imperfecto. ¿Y yo qué diré? Solo un un sostenido silencio.

Idea sobre la belleza

-Esto no es suficiente -dijo el Ingeniero cuando vio la escultura.
El asistente a un lado asintió y entre los dos levantaron la pequeña escultura de madera donde un hombre abrazaba a una mujer y las mejillas de ambas se unían como parte de la misma madera, como si del mismo tronco hubieran salido.
Cuando volvieron a la sala el asistente le mostró la siguiente pieza. El Ingeniero la vio. Era una cajita musical. Abrió la tapa y una música acartonada chirrió de los engranes. El asisntente sonrió al ver el rostro feliz del Ingeniero.
-Esto es música -dijo el Ingeniero, y el asistente no supo si se refería a la máquina o a las notas musicales.

miércoles, febrero 16, 2005

¿Qué anima la poesía?

No sé la respuesta a esa pregunta. Puedo decir que intuición tal vez, pero no. La poesía se anima con un germen de lo sorprendente. Un buen poema debe revelarte algo pero al tiempo que lo revela, sorprenderte, tocarte, llegarte al corazón. Muchos tipos de poesías existen y formas de ver la poesía. Todas son acertadas. Todas intentan animar. Este poema de Aridjis, resume, creo, mucha de mi visión sobre los poemas cortos, sin voluntades líricas pero con una relevación sorprendente. El poema te "transporta al sitio".

Autorretrato a los trece años

Sobreviviente de mí mismo,
me siento en la silla del peluquero.

En un caballete está el espejo,
más allá el cerro.

Sobre el descansapiés miro las lenguas
de mis zapatos viejos.

Los resortes del sillón pican la espalda.
Chon me hace la raya con el peine,

a tijeretazos avanza sobre mi cabeza
echando mechones sobre el empedrado.

Moscas sin vanidad se asolean en las piedras,
o se pegan a la frente de Chon.

Él las ahuyenta moviendo las orejas.
El pueblo huele a estiércol y a rosas.

El peluquero me muestra su obra maestra:
un corte de pelo perfectamente redondo.

En el espejo de mano
miro en el cerro el sol que se pone.

"Cantaré la luz", me digo,
sintiéndome ya poeta.

lunes, febrero 14, 2005

Los procesos creativos

Para Mariana Pérez-Duarte


El ángel literario de Eduardo Halfón es una ópera prima. La novela o la estructuración de la novela parte de una primicia fundamental, poética, ilusoria pero interesante: ¿en qué momento el escritor se vuelve escritor? El escritor guatemalteco entonces, se decide ir e investigar cómo es que una persona se decide a ser escritor. La novela está intercalada por episodios con las vidas de Hesse, Heminwgay, Carver y Bolaño pero al mismo tiempo por entrevistas a Vila-Matas, Sergio Ramírez y otros; pero es sobre todo, una indagación de porqué Halfón se convirtió en escritor.
Pero los procesos creativos tienen qué ver más con otros elementos que con la decisión de "convertirse" en narrador o poeta. Es cierto, esa decisión irradia una luz que nos debe de acompañar toda la vida iluminando los oscuros recovecos de las páginas que rompemos por malas, sacándonos a flote del momento cuando nos consideramos necios y tercos por seguir con un proyecto creativo que no tiene ni final ni esperanza. Esa luz es necesario que no mengue y que continúe dando color a donde consideramos que no lo hay. Ser escritor es una decisión de todos los días. Ser poeta es una necesidad de todos los días que nada tiene que ver con ser becarios del tal o cual instancia ni con aparecer en lencturas cada cinco días o ir a las prisiones a leer a presos o a los hospitales a leer a los niños. Esos ejercicios son parte de una actividad literaria "hacia afuera" que puede distraer de la actividad verdadera: la escritura hacia adentro. Ya lo dice Gabriel Zaid: "Lo que eres me distraes de lo que dices".
Cuando la gente empieza a escribir generalmente busca la metáfora. Cree que encontrar una metáfora es como hallar una perla pero eso no es escribir. Luego, viene un proceso de experimentación del "Lenguaje" o una pirotecnia estructural (por la que también he pasado) pero al final de cuentas, lo que importa, es la honestidad de lo que se dicen, la verdad de lo que se cuenta. Usualmente se piensa que para escribir se necesita talento y muchos más agregan que una gran dosis de horas nalga, muchas lecturas y ejercitar la autocrítica. Y es cierto. Todo esto es necesario para el ejercicio literario. Sin embargo, lo que hace a los poetas y los buenos narradores diferentes, es su capacidad no es el talento ni la disciplina, sino la capacidad de intuición de las cosas; ver algo donde nadie más a visto nada; o a Nadie como Polifemo.
Imagino la sensación de eureka cuando Cheever vio la historia de "El nadador", o cómo fue que Bolaño encontró esa luz que parpadeaba en el desierto de su imaginación cuando escribió el cuento de "Gómez Palacio". Y así los ejemplos pueden ir acrecentándose sin fin como una multiplicación de cuadros de ajedrez. Para escribir hay que hallar el sentido oculto en la historia, ser detectives de ese poema pulcro y que dice algo, (que transmite algo en realidad, la literatura es un ejercicio, más que del intelecto, del corazón y del espíritu, de lo que conmueve el espíritu). Hay que intuir dónde se encuentra el poema y dónde el personaje. Es la única manera. El talento importa, claro. La responsabilidad literaria, entendida como el placer de corregir, revisar, corregir, etcétera, es fundamental, pero si no sabemos más que encontrar las mismas historias de siempre, la mujer abandonada, el que está a punto de morir, la historia de quien va a matar a alguien; o si no podemos intuir más que el poema de siempre, el muchas veces contado, podemos llegar a ser simplemente escritores como tantos, poetas como tantos. La genialidad está en la intución, en la eureka (esa misma idea buscada por tantos científicos). De otra manera sólo llegaremos a ser como Polifemos ciegos al borde de la cueva, como Polifemos que palpan la lana de sus borregos sin saber que Nadie (esa historia genial, ver donde Nadie más a visto) va ahi agarrado de las ubres y sale al mundo de los desconocido, de lo no declarado, sin que nadie jamás lo vuelva a encontrar.

viernes, febrero 11, 2005

IV

¿Estas ahí
con tu aire callado
con tu silencio sangrante?
¿estas ahí
la pétrea soledad que me mira
la mira mirada acongojada
repetida
incesa incesante
terca?
¿eres tú mi muerte
quien me llama?

jueves, febrero 10, 2005

La reconstrucción de la filosofía.

Los basamentos sobre los cuales se erigen la razón humana son dos y a partir de estos se crean una multiplicidad de ramas y saberes. A mi entender estas bases son dos: el pensamiento filosófico y el pensamiento científico. Y esta idea, que no es nueva, tuvo una álgida discusión cuando C. P. Snow publicó en 1959 y después dio una conferencia titulada como The Two Cultures (del que después salió un libro). En ella el científico británico indaga el porqué del abismo entre los científicos y los literatos. Snow y posteriormente en un lúcido ensayo el doctor Ruy Pérez Tamayo, nos dice que es necesario no vivir en un mundo de la cultura común y propia, ya que ésta hace que el individuo no se acerque a otras fuentes. Y como ejemplo sólo basta hacer una pequeña encuesta entre los conocidos literatos para saber si conocen la primer ley de la energía y la materia, para que nos digan si conocen las tres leyes de la termodinámica o bien, las teorías sobre los fluidos y las propiedades de los gases inertes.
Vivimos en un mundo de disociación de ideas que generan parcelas de información que no tienen lindes con las otras. Ahora, no sólo se han creado dos culturas, sino peor aún, una gran cantidad de pseudo ideologías y cotos de conocimiento. La idea del hombre universal que insistía en un ser con la capacidad de aprehender toda la naturaleza a sido desbarrancada por información condensada pero profunda. Los hombres del renacimiento eran altos y gordos, como me decía un jefe y ahora somos enanos y gordos o muy flacos y altos. Es decir, hemos perdido la capacidad de la profundidad y la extensión del conocimiento.
Muchas de esta idea de la concesión de la información ha sido producto de la taxonomía educativa. La idea no es nada mala sino bastante afortunada ya que es necesario también, dominar los niveles y esos extensos campos de sabiduría (y la historia de la educación podrá decirnos con más claridad cómo han sido los procesos de agrupación desde el trivium y los quadrivium romanos) Sin embargo, una de las faltas de esta limitación de la información es que se pierde de vista lo que los demás hacen y entienden. A fin de cuentas, todas las carreras sirven en función de las necesidades de la sociedad pero en un principio, las carreras fungían en la necesidad de comprender mejor al realidad.
Las universidades actuales han carecido esta idea primigenia para convertirse en expendedoras de títulos (títulos que una sociedad basada en el utilitarismo necesita) e incluso, han vendido sus títulos rodeándolos de fulgores que sólo ellas poseen. (Véase la cantidad de gente que estudia en el TEC porque es el TEC) y han dejado de lado lo que en realidad importa en la educación: abrir una mente, aclarar ante el estudiante o el alumno las interrogantes que sobre el mundo físico o creativo se le presentan.
Problemas de varias aristas y que me he tardado en formular es el caso de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León. La facultad fue erigida, si mal no recuerdo, allá por el año de 1950 y tuvo como primer director a don Raúl Rangel Frías. Las carreras bases de esa joven facultad fueron Filosofía, Letras e Historia pero con el año se fueron añadiendo más carreras que trataban de satisfacer las necesidad de una laboriosa ciudad regiomontana. Ahora, a casi 55 años de existencia, las nuevas autoridades de la facultad presentan la idea de que van a fusionar varias carreras con el fin de satisfacer esas necesidades de la sociedad. La idea es fusionar filosofía e historia así como bibliotecología con sociología mientras que Lingüística aplicada (estudios pedagógicos en lengua inglesa) y letras hispánicas quedarían igual.
C P Snow nos habla de las dos culturas pero es aún, dentro de una cultura donde se crean múltiples subculturas y ramas del conocimiento. El estudio de la filosofía es una necesidad, es algo que nos acerca más con el mundo y nos permite aprehenderlo. El estudio de la filosofía posee un cuerpo tan vasto y que se genera día con día. Yo estoy en contra de crear egresados chaparros y medio gordos que comprendan a medias muchas cosas. Pero más allá de los cambios curriculares, estoy en contra de educar letrólogos y filósofos, sociólogos e historiadores que al momento de salir al fiero mundo laboral no peleen por lo que desean, ni luchen por abrirse brechas nuevas. Estoy en contra de filósofos que poseen la medida perfecta del conocimiento y por ello ningunean a los vastos y ¿lerdos? contadores que no logran entender las visiones abstractas de Herzo y en contra de letrólogos que empuñan a Baudelaire, a Cheever y Joyce como armas que los salvarán de la bestialidad burda de los ingenieros borrachines y léperos y estoy en contra de sociólogos que intentan cambiar la sociedad haciendo manifestaciones cada 2 de octubre pero que no salen a colonias como la coyotera o bosques de la silla a realizar labor social. O si salen, van con un ánimo antropológico, como si los dolores y vicios humanos fueran la muestra para un insectario ideológico.
El hombre contemporáneo vive a medias todo lo que puede ejercer. Vive inmerso en una sola cultura. Es tanta la información actual que asusta. Somos hombres acotados por lo que la sociedad exige y ya lo vemos incluso con la Facultad de Filosofía y Letras que tiene que cambiar sus carreras debido a las necesidades sociales. No sé qué pensaría Leonardo Da Vinci al ver a nuestras sociedades educativas temblar en un mundo globalizado. La educación se agrupó para cambiar la sociedad y no al revés. Filosofía y Letras, en lugar de estar fusionando sus carreras debería de ejercer sus carreras hacia el exterior y tratar de que sus alumnos tengan un espíritu más abierto a las demás disciplinas, un espíritu del que como egresado de la carrera de Letras a veces carezco.

miércoles, febrero 09, 2005

Voces doloridas: nuevos poetas guatemaltecos


Hablar de la poesía guatemalteca es hablar de un páramo patriarcal y firme, donde la poesía busca sus raíces en el folclore y en la noche prehispánica. La poesía guatemalteca trae en sus palabras un aroma a tierra y verde, un golpe salvaje de palabras que se nutren en lo recóndito de la selva, en las frías aguas del Petén; que se enrosca en las columnas de las iglesias de Antigua para salir al fin a los ojos impúdicos de los lectores. Luis Cardoza y Aragón en un fragmento de su libro Guatemala. Las líneas de su mano dice lo siguiente acerca de la voz que aviva la poesía guatemalteca. “La voz es dolorida, hosca, seca y salvaje. Le hemos dado la vuelta al mundo, la vuelta a nuestra sangre, para encontrar lo nuestro.”
Desde Rafael Landivar hasta Mario Monteforde Toledo, la literatura guatemalteca ha recurrido a esta voz dolorida para darle forma a sus versos y a su denuncia. Quizás a los narradores se les ha puesto más atención a lo largo del tiempo, gracias a esa estirpe de Asturias, Monterrosos y Aragones, pero la poesía guatemalteca, esa voz dolorida que sale de las gargantas, desterrada, y se convierte en palabra escrita que fecunda los campos sin memoria del papel ha sido desde siempre una apuesta que aviva en los versos.
Los jóvenes poetas de Guatemala, nacidos en la década de los 70, continúan con esta apuesta hacia la vida, con esa voz seca pero salvaje que yace y busca su sitio entre los creadores mayores; pero ya no es verde, ni huele a selva, ni abreva en la noche prehispánica. Esta nueva poesía sabe a ciudad, a cemento fresco, a sangre y suicidios. Algunos de estos jóvenes poetas han iniciado sus carreras con premios nacionales, otros con la publicación incisiva de poemas en revistas, periódicos y páginas electrónicas. Agrupados muchos de ellos en la Editorial X, fundada por Estuardo Prado a mediados de los noventas, aglutinados en proyectos alternativos como “Casa Bizarra” o bien, desde el extranjero, realizando estudios sobre literatura, los nuevos poetas guatemaltecos están logrando lo que Luis Cardoza y Aragón afirma también en Guatemala. Las líneas de su mano, que es, lograr, con modestia, un poco de verdad.
Poetas como Brenda Solís Fong, Javier Payeras, Pablo Bromo, Nancy Quiñónes y Regina José Galindo, esta última también con una apuesta personal en el performance, son, junto con narradores como Eduardo Halfon, Maurice Echeverria y el mismo Estuardo Prado, parte de un grupo que despuntó y fue conocido como “Los Posmodernos-desencantados”. Varios de ellos fueron editados en la Editorial X antes de tomar sus caminos en otros medios y en otros países o en otras editoriales centroamericanas como Bizarro y Letra Negra.
Ellos son por lo pronto, la primera vanguardia de esta joven y nueva poesía guatemalteca donde el flolclore no tiene tanta cabida pero sí la pregunta por una realidad destrozada y detenida. En muchos de ellos, el presente parpadea igual que un péndulo sobre el cuello. Algunos como Payeras, escriben: “No hay futuro aquí, homeboy” mientras otros se detienen a mirar en la insondable soledad de un presente sin promesas o en la voz femenina que canta a amores que no regresan, vacíos que son difíciles de llenar. Todos ellos hacen del ejercicio de la escritura una apuesta que los conducirá a mejores poemas y obras aún por venir. A fin de cuentas todos ellos, en sus escritos, transmiten parte de las pasiones que avivan a los seres humanos, sean estas el deseo, la frustración o la nada. La muestra que se presenta aquí logra transmitir estos deseos, ya sea en la desesperanza de Payeras, la búsqueda de Quiñónez o la inmovilidad de Bromo. De diversas formas esta selección es tan sólo la parte ínfima de un muestrario exótico y sin fin. Los autores presentados son una nimia porción pero todos ellos logran en su poesía que la voz dolorida, hosca, seca y salvaje, dé la vuelta al mundo, a su propia sangre y encuentre lo que es suyo, lo que los hace infinitamente guatemaltecos.
Pablo Bromo.(Guatemala, 1978) Nació en Ciudad de Guatemala y publicó un pequeño libro recopilatorio titulado Cometas Breves además de Automicidio Semántico y Diafragma Numérico. Bromo es una de las voces más jóvenes y sus poemas descarnan un vacío que se antoja inagotable.
frontera 02

esta forma de aburrirse
esta manera cansada
de mentirnos
la existencia
leo el diario
una o quizá dos columnas
realmente
interesantes
fumo un cigarro
ya fumado sin ganas
se masturba el ocio
y sale a la calle el odio
me preguntan
qué religión practico
todas
respondo
Nancy Quiñones. (Guatemala, 1977) Nació en Ciudad de Antigua. Ha publicado Las hijas de Xanti. La poesía de Quiñones explora en las zona territorial del deseo y en la perdida o búsqueda del amante. Es parte de la generación de “los posmodernos-desencantados” y vive actualmente en Lousiana donde realiza un doctorado en literatura.
Una Idea

en su hora del día
destapa la caja de listones blancos curando extremidades con una cruz de madera…
temblando en el viento
su mano se esconde en la obscuridad
siguiendo ciegamente la extraña melodía que derrite metal.
sentada el moho arruña su dolor
en una cama vacía
Y así
recuerda su precio.
Javier Payeras (Guatemala, 1974) Es escritor, artista conceptual, y tiene estudios en Filosofía y Letras. Ha publicado La hora de la rabia, Editorial X, y Soledad brother, Editorial Cultura entre otros libros de poesía, y narrativa. Payeras perteneció al grupo experimental de “Casa Bizarra”, que buscaba una apuesta nueva en el ámbito de la literatura guatemalteca. En el poema presentado en este articulo, Payeras nos muestra un mundo desencantado.
(fragmento)
no hay futuro aquí
home boy
no hay futuro aquí
aquí sólo hay enormes colas
y te pudres esperando
aquí sólo hay buses nocturnos llenos de ebrios
y poco dinero
aquí hay mujeres que te soportan
y te piden la vida.
la vida está en otra parte home boy.
puedes beber esos otros vinos
y ver con otros ojos nuestra miseria
puedes reírte
tienes derecho de reírte de nosotros
aún somos ingenuos
aún continuamos aquí.
no salgas sin salir
lárgate lejos
hazte famoso
no salgas sin salir
no lo hagas
ve y mátate
pero mátate
no continúes aquí
el dolor no aprueba nada
no seas cursi la dignidad
no tiene sentido
la vida no está aquí home boy

martes, febrero 08, 2005

Acto de justicia


Carlos tomó el balón con ambas manos, lo giró un poco y volvió a colocarlo sobre el manchón penal. Atrás de él unas sonrisas cómplices lo saludaron. Miró bien al portero. Era alto y un vaivén de coraje bailaba en sus ojos mientras el árbitro se encaminaba a su lugar en las bordes de la meta. Carlos volvió el rostro y buscó a Mario. Lo encontró sonriente. Los raspones brillaban en su rodilla a causa de la barrida donde le habían quitado la pelota. Carlos había estado muy cerca de la jugada y vio cómo el balón, peleado entre dos pies salió lejos de su trayectoria inicial. Luego Carlos comenzó a gritar y se llevó ambas manos a la rodilla donde ahora había sangre. El árbitro no tardó en marcar penalti y cuando iniciaba la cámara húngara Carlos fue por el balón y lo colocó en el manchón. El portero fue y le dijo, tú sabes que no es penal pero Carlos lo ignoró. Ahora estaban ya solamente los dos y el balón de por medio. Cuando el árbitro sonó su silbato Carlos dio cuatro pasos cortos al frente y golpeó el balón con fuerza. La pelota se elevó, formó una comba, el portero dio un salto que apenas si arañó el aire y luego cayó pesadamente sobre tierra pero el balón se había ido lejos, hasta las otras canchas. Escuchó detrás de él los lamentos del equipo y luego Mario cuando pasó frente a él lo encontró molesto. Los gritos llegaban de las otras canchas cuando Carlos fue con el portero, lo ayudó a levantarse y le dijo: ya sabía que no era penal.

viernes, febrero 04, 2005

Historia de un libro

Todos hablamos. Buscamos en las palabras un sentido y al agruparlas intentamos transmitir este sentido de lo que son nuestros días, nuestras horas y nuestros dolores. El lenguaje nos forma y nos identifica. Desde el saludo matutino hasta la explicación del mundo físico y químico, el lenguaje siempre tiene una finalidad. Si no existiera esta finalidad sería como encontrarnos en un torre de Babel.
Pero el lenguaje, la palabra es un don humano, una capacidad aprendida y aprehendida que pasa de generación en generación. Es por ello que cuando un niño formula su primer palabra uno no puede dejar de sentirse sorprendido porque es con ella que la niña o niño entra de una forma más completa al mundo. Al definirlo te apropias del mundo. Al nombrarlo lo conviertes en parte tuya.
Los científicos intentan definirnos el mundo, la magia de los procesos de adn, la maravilla de los mundo subatómicos, el proceso o la identificación de las superficies y el magnetismo terrestre con el lenguaje, con las leyes que postulan. Los químicos y biólogos nos describen también el mecanismo perfecto del cuerpo humano, el combate de virus y bacterias, la reacción de sustancias y sus propiedades. Intentan maravillarnos al explicarnos la realidad, con los procesos de la realidad con sus cuásares, embriones, enlaces covalentes, sumas voltáicas y capas geológicas.
Los escritores, sin embargo, intentan mostrarnos con las palabras la forma como ven ese mundo con sus dolores, ansias, alegrías y borracheras. Nos describen el dolor humano, la ansiedad de la espera, el momento donde el deseo se incuba en el cuerpo. Los poetas nos dicen que hay ojos que se muestran en estanques, que todas las mañanas el aeropuerto de enfrente nos da lecciones de partir y los narradores nos muestran a mujeres rotundas como la Molly de DaFoe y niños curiosos como los de Henry James o soldados encerrados en una isla como los de Norman Mailler en Los desnudos y los muertos.
Los escritores y los hombres de ciencia intentan defininos el mundo. Ambos son nuestros mejores investigadores. Uno exhibe el mundo físico y los otros cazan al aire las historias que este mundo nos da en sus calles, sus hoteles y sus amores. Así, se conforman entonces los libros. Se pueblan de identidades propias del autor, de sus manías y de su ojo crítico para ver que el gas sube y produce calor y que una mujer a quien le han quitado sus hijos es capaz de todo.
Mi libro así ha ido formándose, con la ayuda de muchos otros ojos y voces. Mi libro es pequeño e intenta indagar en las vidas y a veces han salido historias y otras han quedado sin terminarse. Ovidio Monterroso, Perla, Ignacio, Reolita, Ramón en su auto en una carretera fueron apareciendo poco a poco con el paso del tiempo. Unos son tan viejos en mi vida y otros muy nuevos pero ahora se han juntado todos para darle forma a un libro, con el intento de que sus historias (no mis historias, sino las suyas) fueran descubiertas. Son los personajes de los escritores como fantasmas que porfían hasta aparecer y ser condenados a las palabras. Así ha salido. Es el lenguaje el que los conforma y como un soplo de vida lo anima. No son teorías pero al fin de cuentas, son sólo otra forma como la vida siempre se hace paso.



miércoles, febrero 02, 2005

Sin sitio

-¿A dónde vas?
No supe qué contestarle. En la casa no había nadie y encima de la mesa estaban las pastillas. Eran muchas. Sentí un dolor en el brazo y luego el dolor fue bajando hasta los dedos. Era como traer dentro un montón de clavos.
-Que a dónde vas?
Luego, lentamente, arrastrando su largo vestido se puso de pie y asomó el rostro por la alacena. Un tufo amarillento me envolvió con su paso.
-Pues voy contigo -le dije.
-Bah, tú no sabes nada. Ustedes nunca saben nada. He visto una boca negra que sólo crece y crece y crece.
Me sentí incómodo entonces, como si no deseara verla ahí, con ese aire de fastidio y de relajamiento.
-No te pareces a como te imaginé -le dije y ella simplemente se volvió y me mostró su rostro, esa boca negra que empezaba a crecer y crecer y crecer. Yo me sentí atraído por ella. Lentamente dejé mi cuerpo y el dolor en mi brazo se hizo de nada. Luego caí pero ella me levantó.
-Ustedes no saben nada -fue lo último que escuché y ella luego cerró la boca y me quedé a oscuras, comenzando a ser devorado por los gusanos.