jueves, mayo 28, 2009

a) Desde hace un par de meses me siento incapaz de escribir nada. Pienso historias, las sueño y siento que es mejor el soñarlas que escribirlas. Eso me recuerda un breve texto de Pessoa donde suspira al pensar en el gran escritor que es cuando al aire conforma sus poemas y cómo éstos desaparecen en cuanto se levanta de la silla para ir por una libreta y un lápiz. A mí podrán quitarme lo que quieran, pero sé que siempre soñaré con historias, con breves historias que al menos contaré a los amigos y me sentiré escritor al decirles: "ey, fíjate que quiero escribir una novela donde pase ésto y ésto otro y además, la chica y el viejo y todo no es más que un breve segmento de la vida, porque esto tiene que ser la literatura y..."
b) Me dan un poco de envidia toda esa gente que habla de otros autores con esa soltura que da el haberlos leído. Yo no puedo. Apenas me piden que recomiende un libro se me atoran las palabras. ¿Cómo voy a recomendar un libro? Creo que en el fondo, el mundo de los reseñistas literarios está de más en el mundo. Nadie debería de enseñarle a otro lo que debe de leer. Leer es como ser ciego e ir lentamente posando los dedos sobre los lomos y relieves de un libro que tal vez al abrirlo nos dará la luz, leer es la grafía que se desentierra ante los dedos.
c) Desde hace una semana, todos los días, un par de palomas entran a la oficina. Negras, con los picos rojos y las patas mallugadas, dan unos saltitos en medio de los cuatro escritorios y picotean las baldosas incólumes. Nos les quedamos viendo como hipnotizados mientras ellas abren las alas y se limpian. No las hemos oído gorgorear.

viernes, mayo 22, 2009

De Comics
En la estación del Metro San Cosme hay una tienda de comics. El surtido es bastante pobre, pero aún así algunos despistados entran a ver los títulos. Lo atienden dos chicos que, las dos veces que he entrado, hablan sobre Superman o Los caballeros del Zodiaco. Siempre te preguntan que estás buscando y cuando les dices que sólo estás viendo casi se burlan de ti por lo neófito que eres esos asuntos, en cambio ellos. (Me recuerdan a ciertos críticos literarios jóvenes). Hoy entré porque estaba buscando un número final de una serie bastante escueta de Robotech y sí, ahí estaba. Iba a comprar cuando uno de los chicos, con aire de quien se cree el dueño del mundo, increpó a un vendedor por hojear una revista. Ey, le dijo, no se puede hojear las revistas y mochilero, tampoco se puede entrar con mochilas. Y luego, sardónicamente, volvió a ver al otro despachador y le dijo: es que soy un desconfiado, toda mi vida he sido un desconfiado, por eso no tengo ninguna relación sólida. En ese momento dejé mi revista en el estante y preferí salir. No me gusta la gente desconfiada. Simplemente no puedo con ella. Y pensé que tal vez, así como dejé el Dark Orbit para siempre, tal vez también deje las revistas y los comics.
De autores famosos
No sé porqué, me llegó un correo de un escritor que no conozco, informándome que había salido publicado en El País. El mensaje era bastante cálido y la nota no era otra cosa más que un listado de las todas las cosas buenas literarias que le habían pasado en el último año, encuentros, libros, traducciones, antologías y claro, haber salido publicado tres veces en El País. Quise escribirle, decirle que aunque no lo conocía le deseaba lo mejor. Pero no lo hice. Pero qué cosas cuando te llegan correos como éstos. Lo mismo me pasa a veces cuando me invitan a visitar blogs y metroflogs y Hi5. Me quedo como ante el abismo de conocer algo nuevo y tecleo simplemente el Delete.
De Marlen y Alicia
Muy padre poder platicar el lunes pasado. Lo disfruté mucho.

martes, mayo 19, 2009

Así se invita a leer

Estoy leyendo El negrero, de Lino Nicolás Calvo y en el prólogo escrito por Abilio Estevez encuentro la oración perfecta para invitar un libro, esas palabras que calan hondo en cualquier lector avezado o no:
"Envidio al cauto e inescrutable lector que por primera vez se dispone a disfrutar de las páginas que siguen".

lunes, mayo 18, 2009

Recuerdo de Benedetti

Cursaba el primer semestre de la carrera de Letras Españolas en la UANL cuando no quise conocer más de Mario Benedetti. Un maestro, de los mejores que tuve en la carrera (acaso un puñado solamente), empezó a hablarnos sobre la ausencia de lecturas críticas o ensayísticas que hacíamos los estudiantes. Mala fue la hora cuando me escogió para sustentar su teoría.
-A ver, Antonio, dígame que autor le gusta.
-Benedetti.
-¿Y qué ha leído de Benedetti.
(Después supe que era uno de esos dos autores que le purgaban, el otro era Carlos Fuentes).
-La tregua.
-Mmmm... lo único bueno que escribió. Y qué más ha leído de él.
-De Con y sin nostalgia.
-Mmmm... un libro mediano. Y qué más ha leído de él.
-Inventario.
-Insufrible, muy mal libro. Y qué más ha leído de él.
-Despistes y franquezas.
-¿Cómo consiguió ese libro por demás infumable? Y qué más ha leído de él.
-El cumpleaños de Juan Ángel.
-¿De verdad quiere estudiar la carrera de letras? Y qué más ha leído de él.
-Pues ya es todo.
-Ah... pues entonces, no puede decir que le gusta Mario Benedetti. No ha leído, Geografía, ni Primavera con una esquina rota, ni Poemas de hoyporhoy, ni Las soledades de Babel, ni Andamios, ni La Casa y el ladrillo, ni esa cosa que él llama ensayos de El escritor latinoamericano y la revolución posible.
-Pues no, no lo he leído, ¿a poco usted sí?
El maestro, que insisto, fue uno de los mejores que tuve en la carrera, sólo hizo un gesto de fastidio. Yo suspiré descansando, con la certeza de que su punto había terminado y que me dejaría en paz, pero oh, no, no lo hizo.
-Y qué otro autor le gusta, Antonio -me preguntó ya con todo el cinismo en la voz y la bravura de quien se va a enfrentar a una esgrima intelectual. Y yo, sin saberlo, dije el único nombre que no debía decir.
-Carlos Fuentes.
De todo esto se desprende una cosa. No conozco a Benedetti, aunque tengo mi libro de La tregua siempre a la mano y por si acaso, una lista de su bibliografía, también.

jueves, mayo 14, 2009

Una diferencia entre la ciudad de México y Barcelona

Según estudios recientes, el aire de la ciudad de México contiene partículas suspendidas de smog, suciedad, partículas de drenaje y fecales (No de Calderón) y virus 1H1N1.

En cambio, la sabia ciudad de Barcelona, contiene además, partículas de cocaína, canabis, opio y ácido lisérgico.

¿A qué ciudad nos vamos a vivir?

lunes, mayo 11, 2009

Escribir una novela

Leí que dice Velasco que escribir una novela es como nadar en el mar, esa sensación de nunca avanzar. Para mí, escribir una novela es ir hacia la claraboya. Nunca dejes de mirar hacia la claraboya aunque se aleje o parezca acercarse y tomes un respiro; siempre, siempre avanza hacia la claraboya de manera que al llegar sepas que, tristemente, sigues rodeado de la nada, que no has hecho nada y que es necesario regresar.

jueves, mayo 07, 2009

Ixel a la venta


A principios de 1549 empezó a rondar una misteriosa noticia entre los marinos y pobladores de Veracruz, relacionada con la desaparición de un galeón mercante, el Trinidad. No era raro que los barcos desaparecieran y en el puerto cada cierto tiempo llegaban noticias de este tipo. Veracruz ya era el principal destino para los galeones y galeras, barcazas, carracas y cualquier otro tipo de barquichuelos menores que se hacían a la mar entre la Nueva España y la metrópoli, o que bien, navegaban entre las ínsulas que bordeaban Tierrafirme y la zona del Mayab, comunicando a Veracruz con el Caribe y la alta Colombia; y como tal, estaba lleno de historias de naufragios y ciclones.
Pero esta desaparición era distinta...
¡Ya a la venta en creo, todas partes, incluidos Wal-Mart, Sanborns y Sam´s

lunes, mayo 04, 2009

Hay días que tengo ganas de componer mi mundo. Ahora sí ponerme a escribir con paciencia y claridad. Leer, por lo menos, a un autor clásico y alguno contemporáneo. Volver a la dieta. Cortarme el pelo. Trabajar con más optimismo (aunque no hayan pagado de nueva cuenta). Mandarle un largo mail a alguna amiga o amigo. Limpiar más a menudo la casa. Caminar. Ir a mentarle la madre a un político en un mitin, con preguntas claras, matonas y decisivas. Pero algo ocurre y vuelve a mis vicios actuales: revisar varias veces el periódico en internet; releer las noticias una y otra vez, noticias que se parecen a las de ayer, a las de antier, a las de hace una semana; jugar al darkorbit; mirar televisión, mordisquear apenas un libro. Y me descubro entonces angustiado, enfermo, cansado con tanta vida por delante, tanta.