miércoles, junio 28, 2006

(por alguna razón no pude subir la invitación electrónica)
Invitación abierta a la presentación del libro
Dejaré esta calle de Antonio Ramos
Presentan:
Joaquín Hurtado
Ofelia Pérez Sepúlveda
Felipe Montes
Lectura de obra
Jorge Silva
Intervención musical
Northsiders
Lugar y fecha
Esquina de la calle Gardenia y Camelia, Colonia Moderna, Mty N.L.
Miércoles 5 de julio a las 7:30 p.m.
Habrá brindis y comida de honor

martes, junio 27, 2006

En la búsqueda de la poesia normal/ Entrevista con Lorena Saucedo

“Mi poesía es bastante convencional. A través de la poesía hablo de las cosas que me cuesta trabajo vivir, recordar, que por algún motivo representan una dificultad emocional o circunstancial. De repente siento que toca temas tristes. Mi poesía a veces, también es bastante recreativa. Hay algunas ideas donde intento ironizar o llevarlas a un tema lúdico.”

Lorena Saucedo es una más de las becarias de poesía en la tercera generación de la FLM, pero, como ella dice: “ninguno es más aquí”. Originaria de la ciudad de México, también es una más de las bloggers que inundan con reflexiones, poemas, crónicas de la vida diaria y dudas, las páginas libres de la blogósfera, ese mar nuevo, conquistado y explorado a diario por escritores de muchas partes del mundo.
Lorena usa lentes, tiene el cabello lacio y castaño. Hay en su mirada una forma de indagar en las cosas, como traer una pregunta siempre en los ojos. Su cubículo dentro de la Fundación se encuentra en la zona que los becarios han llamado “La Taquería”. Se encuentra junto al de Miajil Lamas y de Humberto Macedo y es común encontrarla a veces sola en la noche, trabajando frente a su computadora. Le gustan las películas de ciencia ficción y dice que le gustaría ser como la teniente Ripley aunque asegura, ella no es así. “Soy de las menos sociables pero me la paso bien.”
Para Lorena, igual que para muchos otros becarios, fue difícil adaptarse a la FLM. “La Fundación cambió mi vida”, dice, “dejé mi anterior trabajo, me cambié de casa, conocí gente nueva, me ha ido bien y mal, más bien que mal. En términos de escritura, acabo de hacer el comentario con mis compañeros hace poco, siento que, lo que he escrito estos meses no lo habría hecho sin tener que ir a la tutoría, no sólo por tiempo, sino por la revelación. Yo jamás había ido a un taller de poesía. Nunca había escuchado un poema mío leído por otra persona, tampoco nunca había oído críticas.” Y sobrevivió a las críticas, que, por otro lado, Lorena dice que a una crítica no hay que sobrevivir, sólo aceptarla.
En sus poemas se cuela siempre una sensación triste así como mitos sobre Pandora, una revelación también sobre lo cotidiano. Esto tiene que ver, sobre todo, con la búsqueda personal de Lorena en su poesía. Tiene que ver con algo que ella llama la poesía normal, insertar dentro del elemento poético frases captadas al aire, introducir en el elemento poético esa oralidad del día a día, esa forma como nos damos a conocer a los demás.
La poesía normal es buscar en las frases de la gente la poesía que lleva. Dice: “La idea, las frases o las palabras que lleva la gente encierra mucha poesía, sólo hay que saber escucharla. Meterla en un poema la sitúa, permite que la poesía que contiene, realmente se muestre. Eso pasa con los lugares comunes, me interesan los lugares comunes del pensamiento y del habla. Pero para hacer poesía de los lugares comunes tienes que desmantelarlas un poco. A eso me refiero con la poesía normal, el desmantelamiento de lo que pasa desapercibido por cotidiano.”

Una Pandora poética

La mitología griega dice que a Pandora se le otorgó una caja y al abrirla, salieron al mundo todas las pestes que padece la humanidad. El mito es uno de los favoritos de Lorena Suacedo. Lo utiliza en algunos de sus poemas. “Es un mito que me fascina porque, como todos los mitos, tiene esta capacidad de sintetizar, de, en un pliegue de historia bastante corto, contar mucho. Pandora resguarda la caja donde están contenidos los males del mundo y queda culpable para la posteridad por haber abierto la caja de la imaginación.” ¿Y qué hay en la caja de Pandora de Lorena, como poeta? “Mi poesía es bastante convencional. A través de la poesía hablo de cosas que me cuesta trabajo vivir, recordar, que por algún motivo representan una dificultad: emocional o circunstancial. De repente siento que toca temas tristes. Mi poesía a veces, también es bastante recreativa. Hay algunas ideas donde intento ironizar o llevarlas a un tema lúdico.” Lorena dice que no se siente culpable por abrir la caja de Pandora, su caja poética de Pandora. “Me imagino abriendo esa caja y disfrutarlo”. Y Lorena abre su caja de Pandora al decir: “A ella le gustan tanto los aviones y las galletas, así de simple”. Para Lorena su poesía es muy denotativa, con pocos giros retóricos. Intenta, por volver al tema de la poesía normal, andar ahí por la calle, escuchar a la gente y llevarse un poco de eso a casa, igual que una pandora que recoge del día a día, esas palabras que dejó escapar antes.

Poeta y blogger

“Mi padre era un lector de poesía, hasta donde sé no ha escrito nada. Nos martirizaba las tardes recitando a Lorca, a Borges, a Asunción Silva, pero recuerdo también placer al escucharlo. Muchas cosas te pueden acercar a la palabra, escuchar una rola que de repente está diciendo cosas por ti, cuando ves la tele, cuando escuchas pláticas de extraños, sientes un poco de atracción hacia lo que las palabras dicen y sugieren”, explica Lorena cuando le pregunto cómo fue que llegó la poesía a ella. A partir de entonces ha sido una búsqueda constante de lo que es la poesía. Lorena se divierte al escribir pero, dice, cuando hay un momento de revelación, cuando accedes a un misterio al que no podría entrar la ciencia, cuando se tiene una revelación sutil de una verdad, es cuando obtiene la mejor de las gratificaciones como poeta, es cuando se siente más poeta, lo mismo que, cuando lee algunos de sus textos y le siguen divertiendo.
Lorena muestra poesía y otra no la muestra, me dice. Para ella hay una diferencia de forma y canal. La poesía que muestra tiene forma versificada y se imprime. La que no. La sube a su blog.
Empezó con su blog hace tiempo, gracias a la insistencia de otro bloger. Para ella ha sido como una vía doble de aprendizaje: escribir en el blog y escribir poesía. Una rara combinación para crear pero que a ella le ha dado satisfacciones.
¿Se cerraría un círculo cuando tu padre lea tus poemas en casa, como hacía hace tiempo con otros poetas?, le pregunto y ella nada más sonríe. Me encantaría, dice. Yo estoy seguro que un día su padre leerá sus poemas en casa. Lo merece. Como todos merecemos un día encontrar esa palabra que salió de nuestra caja de Pandora y retornarla al redil, a la oración, al cuento, al ensayo o la novela que todos estamos destinados a escribir algún día.

Lorena en frases

“Mi poesía intenta algo, intenta ser una poesía escrita por una mujer, pero que a al vez no se detenga sólo en esos temas como la intimidad, el tedio doméstico, la lucha de sexos.”

“En los momentos que la siento, que la palabra me gusta, me la pruebo y siento que se me ve bien, es cuando me divierto.”

“Cuando llegué y vi a mis compañeros ahí fue mi sorpresa, con gente que ya tenía libros, premios, una voz sólida. Y entonces me cayó el veinte de que algo asociado a la buena suerte me había ocurrido.”

“Me encantaría identificarme con la teniente Ripley.”

“La parte más intensa de escribir poesía es el divertimento, es el entendimiento, cuando escribes algo y sientes que eso que escribiste te ha permitido entrar a un misterio, eso es muy motivante.”

“No sé si mi poesía es experimental. Sí creo que la poesía evoluciona pero siempre evoluciona y sigue siendo poesía. Los experimentos tienen que hacerse.”


Poemas

tanto tanto

a ella le gustan los aviones y las galletas,
así de simple.
Pero sus miedos son estambres salvajes,
Se propagan más allá de la hoja de papel,
A veces invaden el techo.

hay días que sólo le está permitido
ver el desperdicio del paisaje:
centavos, sombras sueltas, lodo y tropiezos.

mientras en su carne el presente se abre paso,
observa los espacios en blanco de su deseo
(tomar los centavos, no las sombras).
son ruinas las manos que nada rompen, piensa.
sigue caminando, se detiene, imagina
que el aparador que la refleja estalla
y ella obtiene el don de los gritos.

nadie cruzará la calle en su lugar,
lo sabe y cruza y se arrepiente
de imaginar una mesa de té,
la loza impecable, una silla vacía
(todo perfecto para ser nadie).
sabe que así se llega tarde
y sobras taches en el calendario.
sabe que nada quedará
después de haberle dado
tanto tanto
a su propia ausencia.


Fotos de familia (papá)

1.
tengo seis años.
mi papá dice que me enseñará a nadar
y con su mano hunde mi cabeza
en el agua.

lo único que aprendo ese día
es cuánto pesa la mano
de mi papá.
2.
nos detenemos en una gasolinera
a mitad del desierto;
aún faltan cinco horas de viaje.

mi papá compra un casete de credence,
lo escuchamos.
nunca volvimos a estar tan juntos
como esa vez.

3.
mi papá ve la televisión,
están jugando los azulejos de toronto.
me siento junto a él.

quiero que juegue conmigo a la casita.
él prefiere explicarme las reglas
del béisbol.

4.
vamos los cinco a bordo del coche,
mi papá conduce.

otro conductor se le cierra y nos rebasa.
mi papá le grita: ¡boniato!

siempre nos cuesta trabajo entender
a papá.

5.
mi papá diseña una computadora
y la llama zenac 83.

yo juego al lado con un mono de peluche
al que llamo miguelín.

han pasado más de veinte años
y esos nombres aún guardan
toda su distancia.

6.
alguien dice: sonrían para la foto.

siempre que mi papá sonríe,
los demonios de la felicidad
poseen mi cuerpo.



sábado, junio 24, 2006

Después de los octavos no hay nada

Quienes el día de hoy caminamos en la ciudad de México entre las dos y las cuatro de la tarde descubrimos una ciudad inédita para un sábado, escasa la gente en la calle, parcos los automóviles en las avenidas. El aire se encontraba fresco pero un rumor de fútbol andaba en las esquinas, revoloteaba en el aire, en el paso veloz de algun microbús por avenida Reforma, en las fotografías sobre fúbtol de la agencia Magnum expuestas en las rejas de Chapultepec. Sí. La ciudad olía a esa calma que antecede la derrota, en esa hora incierta donde los policías que resguardaban el ángel se encontraban en la línea media entre el frenesí o el desasogiego.
Después, la derrota permeó en todos los televisores.
La derrota se encontraba ahí en el chofer del microbús que apagó de golpe la radio al terminar el partido de México, la derrota se encontraba en esa televisión encendida que ya nadie veía en una estética, la derrota se encontraba en la mirada absorta de un policía en los carriles vacíos de avenida Reforma, la derrota se encontraba en ese vendedor de discos que seguía incrédulo la repetición en una televisión.
La ciudad entonces, aún en su tranquilidad, sabía a derrota. Una derrota de siempre, una eliminación preconcebida desde hace meses, una derrota que todo mundo sabía pero nadie quería dar por cierta hasta que no se cumpliera.
Nos derrotaron otra vez en octavos de Final.
Igual que en Estados Unidos
Igual que en Francia
Igual que en Corea-Japón
Ahora en Alemania.
Pero entonces, imagino, entonces, al ver el marcador de 2-1, al escuchar a Rafa Márquez decir que el equipo se había comportado como uno de los mejores del mundo, vino la verdadera trasformación. La gente se esforzó por animarse, la gente se evadió de la derrota y volvió entonces, ahora sí, a la felicidad cotidiada, a aquel que dijo: perdimos pero mira qué quesadilla. Al otro que repitió: perdimos pero mire, si se lleva dos películas le damos una gratis. La felicidad de quien compra un pan porque se le antoja, de quien ve una película y ríe para olvidar, de quien vuelve a las cosas buenas y básicas de la vida: lo cercano, lo que se antoja.
Así, el fútbol mexicano nos regaló su mejor copa: volvernos, para no saber de él, a la gente que nos quiere, que nos estima, que amamos para reír con ellos ya que con los futbolistas, como cada cuatro años, no se puede.
Yo me he hecho una promesa: no pensar más en los mundiales. De ahora en adelante, para mí, México clasificará a un mundial cuando llegué a cuartos de final. Ahí, entonces, veré ese partido como si fuera el primero de la copa y entonces, toda la historia será inédita, nueva, gozosa.
Hoy no.
Hoy no.
Hoy me han recordado que para los mexicanos, después de los octavos no hya nada.

jueves, junio 22, 2006

Ejercicio

Veo a un hombre que hace ejercicio. Está acostado sobre una banca de cemento y hace flexiones. Levanta el cuerpo y las piernas para formar una U. Suda. Suda copiosamente. Escucho sus quejidos por el esfuerzo pero luego descansa. Noto los músculos tensos de las piernas, los biceps expandidos, listos para la siguiente flexión. Veo entonces mi cuerpo, mi pobre cuerpo. Hace mucho que no soy un hombre ejercitado, que no salgo a correr por las mañanas ni hago sentadillas, ni siento los muslos tensos por el esfuerzo ni ese caminar lento pero satisfecho de quien ha corrido diez kilómetros y está, ahora sí, listo para cuatro horas de lectura o escritura. Al ver al hombre haciendo ejercicio me recuerdo ejercitándome. Es buena la imaginación, pienso, pero es mi cuerpo entonces quien se queja, quien quiere empezar a moverse al ritmo del braceo, de las zacadas, de ver hacia la pista y saber que sólo estás tú en ella y aún faltan nueve kilómetros de gozo.

viernes, junio 16, 2006

Jardinería

Compré dos papas. Nunca las utilicé. Se quedaron encima de la tabla para cortar verduras, la tabla encima del refrigerador. Día a día el sol y el agua que caía del fregadero las inseminaron. Unos retoños verdes, como púas, les salieron, desafiantes, como caparazones verdes de otra cosa, de más papas. Hoy, cuidadosamente, las metí en una maceta. La mitad al aire. La otra al cobijo de la tierra. Son mis papas y están creciendo. Las miro con aire de padre. Al rato inundarán la casa, al rato, seguro estoy, tendré una sembradío de papas que se alargaran felices y gordas en mi sala.

miércoles, junio 14, 2006

Hace mucho que no escribo sobre la muerte pero ayer me enteré que aún dentro del ataúd, sólo bastan 42 horas para que uno sea devorado por los gusanos. Cuarenta y dos horas en la oscuridad y no somos ya nada. Leí el dato con tranquilidad, pensando en esas cuarenta y dos horas donde desapareceré pero, a diferencia de otros días, de otros meses, la noticia no me alarmó ni me llevó a alguna reflexión, vaga, escasa, carente de originalidad. Mejor pensé que eran las siete de la tarde y debía ir por ti a tu casa, mejor, a devorarte.

La hermosa Hortensia

«Pulque nuestro que estás en los cueros, que tumbas a prietos y güeros, santificado sea tu juguito delicioso, vénganos veinte litros diarios a cada mexicano. Hágase un tinacal en la tierra y otro más grande en el cielo.» Sólo cuando se lee en voz baja esta oración puesta en la pared de la pulquería La hermosa Hortensia, es cuando sabe uno que está por probar el mejor pulque de su vida.
La pulquería es pequeña. Las mesas más parecen banquitos y están cerca a la pared donde, aparte de la oración, hay un mosaico de historia y verbena que salta ebrio de historia ante el visitante. Una bendición apostólica del Papa Juan Pablo II ocupa un sitio bendito entre las fotografías del maestro Pedro Vargas, de los Café Tacubos y de doña Lilia Pérez Moya, la dueña de la pulquería, junto a cantantes y políticos. Güiros e imágenes de Tin tan ocupan el resto de las paredes y del techo, escuálidos y secos, se tienden vistosos cordeles con papelitos bien mexicanos: verde, blanco y rojo.
La Hermosa Hortensia, fundada en 1936, es la pulquería en pie más antigua del centro histórico. Enclavada en una de las esquinas de la plaza de Garibaldi, resguarda en sus muros mucho de la historia etílica y cultural de la ciudad. Música norteña, mariachis con guitarras y tololoches así como vecinos y turistas extranjeros son parte de los parroquianos de esta pulquería que sabe a México y tiene en sus paredes el registro de un país que cada día se nos pierde. No es raro encontrar en una tarde cualquiera a gente que canta en el interior con una buena jarra del pulque más fresco que se pueda uno imaginar a la mesa mientras Leonardo Díaz y Alicia Ochoa despachan, o hallar un grupo de europeos con la sonrisa satisfecha y un buen vaso con curado de piñón a un lado.
El tiempo en La Hermosa Hortensia parece detenido. En los estantes tras el mostrador hay desde jarras de vidrio y plástico para servir los curados hasta luces de emergencia G.B. Gray. que apuntan, calladas, hacia el techo con vigas de madera. Un gran tonel con franjas amarillas y rojas resguarda el pulque que, al ser extraído, semeja un chorro de cristal que baja, fresco y dulce hacia las jarras. Las puertas son rojas, al estilo del viejo oeste, y desde cualquiera de las mesas de la pulquería se atisban los adoquines de la plaza Garibaldi y la figura enhiesta, azulada y blanca de la Torre Latinoamericana.
El pulque, caldo de oso, pulmón, bábaradary o elíxir de los dioses, como mucha gente lo nombra, sale del tonel apenas pido un curado de nuez. Alicia lo extrae con una jarra de plástico y me asomo a ver la preparación. Lo vacía dentro de la licuadora y después agrega hielo y nuez picada. El ruido ensordece el interior de la pulquería pero mi paladar ya se saborea.
El pulque no sólo hay que beberlo, también hay que respirarlo. La nuez del curado invita. Al gustarlo es como un tomarse hielo finito, junto al sabor fuerte del pulque endulzado por la nuez. No sólo hay de curados de esta semilla, hay de muchos más sabores: de fresa, de coco, de durazno, de piña, de cacahuate. Nombre, me dice Leonardo, el mesero y quien tiene años en La hermosa Hortensia, ese sí que sabe, y hasta aprieta los puños como recordando el sabor cuando me dice que el mejor curado es el de cacahuate.
Se dice que el pulque fue regalo de la diosa Mayehual quien lo depositó en el corazón del maguey y después le dio su sabor al mezclarlo con su sangre. Hay muchas otras historias sobre el origen del pulque pero al ver las paredes de la pulquería y las tinajas donde resplandece el pulque de durazno y el de fresa, me doy cuenta que no importa saber cuál es el origen de esta bebida si la mejor se encuentra en La hermosa Hortensia.
El precio, bastante accesible. Basta sólo tener una buena compañía, tener muchas ganas de platicar y pasar la tarde mientras se ve a los mariachis de un lado a otro con sus guitarras y su música, o bien, llevar monedas para engordar la rockola para poder disfrutar de cualquier curado y sentirse, al beberlo, un emperador más de la vieja Tenochititlán, un mariachi más en la plaza Garibaldi y por que no, uno de esos dioses que, al asomarse a la tierra, decidieron hacer de esta bebida la predilecta dentro de sus fiestas y dejar, en la Hermosa Hortensia, un grano de historia, una nostalgia viva, el sabor vuelto divinidad en sus curados.

¿Cuántas veces se puede ver el video de Edgar y su famoso "Ya guey", sin que se te embote el cerebro?

Pocas.

¿Lo volvería a ver?

Sí.

martes, junio 13, 2006

Entrevista en un acto con Denisse Zúñiga

Personajes:
Antonio Ramos
(entrevistador, edad 29 años, lleva una grabadora y un libro)
Denisse Zúñiga
(dramaturga y actriz, edad 26 años, lleva una mochila)
Becario
(hombre o mujer de entre 20 o 29 años)


Escena No. 1

Sala amplia. Al centro hay una gran mesa de madera con sillas negras al lado. Grandes ventanales dejan entrar la luz y los sonidos de la calle. Una alarma de automóvil se escucha débilmente lo mismo que el paso de los coches en la calle. En la mesa están sentados Antonio y Denisse. Ella viste de forma casual y respira un poco con esfuerzo. Él coloca una grabadora plateada y pequeña al centro de la mesa. Primero oprime el botón y Denisse observa la grabadora con aire curioso. Después él deja de grabar y se ve que hablan cuando él pone un libro sobre la mesa El libro se llama: El minutero.

Antonio
(Mira hacia la ventana y después hacia Denisse. Se escuchan voces muy débiles en el ambiente)

Te conozco mucho como actriz pero poco como dramaturga. ¿Qué es primero en Denisse, la actriz o la dramaturga?

Denisse

La dramaturga. Cuando entré a la facultad de filosofía y letras, la carrera se llama licenciatura en literatura dramática y teatro, pero un maestro nos decía: muchos de ustedes vienen por la última palabra: teatro. Preguntó que quienes habían visto literatura dramática. Y recuerdo que yo fui la única que alzó la mano porque me interesaba mucho. Desde chiquita yo quería ser escritora, pero no sabía qué iba a escribir. Intenté cuento, una novela a los trece años, bastante mala. De pronto veo una obra de teatro y me impresionó muchísimo como alguien podía, a través de otra persona, el actor, causar una impresión como la que tuve en ese momento, en esa obra de teatro. Me dije, yo quiero hacer eso, yo quiero conmover a la gente de esa manera.

Antonio

¿En qué momento la dramaturga se encontró con la actriz? Porque hay excelentes dramaturgos, pero al momento de actuar tienen la imposibilidad para expresarse mediante el cuerpo y la transformación de la persona.

Denisse
(Sonríe y junta las manos, se recarga en la silla.)
Estar en el escenario es algo que siempre me ha gusto mucho, es como ir a un parque de diversiones y subirse a los juegos; pero nunca lo he visto como una carrera, por eso es que no me dediqué a ser actriz, mi carrera es la literatura.

Antonio

Si estuvieras en un parque de diversiones, ¿qué juego sería para ti la dramaturgia?


Denisse
(Las voces en el ambiente suben un poco de intensidad.)

Yo creo que el de azar, los juegos de esos que ganas al tirar globos, romper globos. Tirarlo y a ver qué premio te ganas, el chico o el grande.


Antonio

Generalmente, todos los jóvenes, hemos caído en el acto, el tirar los globos para ver qué premio literario te ganas, aunque no es lo ideal, pero hay un medio que sobre estimula la búsqueda del premio. ¿Cuál es el premio para ti cuando escribes, más allá de que un jurado diga: le damos un premio a esta obra por tal o cual acierto, cuando terminas una obra dramática?

Denisse

El premio es cuando la gente, al preguntarles, reciben el mensaje, la esencia de lo que yo quería contar. De pronto, en una frase dicen la premisa de lo que yo quería decir. Recuerdo una vez, en unas lecturas dramatizadas, se presentaron varios actores en tanda de tres. Me senté atrás de una pareja y el chico le dijo: “Ya vámonos”, pero la chica le respondió: “No, espérate, ya vienen las obras que me gustan”, eran las mías.

Antonio


Cuando la gente escribe se pone cierto retos. En la obra dramática, implica aún un reto mayor, porque hay que cuidar escenografía, que el actor transmita y sin embargo, tú asumiste un reto extra, ya que tus obras siempre tiene un patrón musical al fondo, a partir del cuál la palabra se encadena, sonoramente también, con la pieza. ¿Por qué este juego al momento de escribir, este reto con la música, como fantasma, un ritmo secreto en la obra?

Denisse
(se escucha una alarma de auto que suena a lo lejos pero es un ruido persistente)

En realidad, parte de un ejercicio. Cuando una pieza está como hablándome, diciendo: “cuéntame lo que estoy diciendo”, como si los instrumentos dijeran algo y quisiera revelar lo que quieren contar, de pronto es tomar estas piezas y decir: voy a contar la historia de estos instrumentos; pero también es una ayuda para mí. Hay momentos donde te sientes no motivado, no inspirado y acudes a la música viene alguna frase, alguna imagen, algo que te mueve y para mí, es escribir. Por eso la música, por eso tomo como punto de partida la música.

Antonio

Eso sería la forma de la obra. En el fondo, qué te gustaría escribir, qué emociones te gustaría transmitir. Tienes personajes esquizofrénicos, solitarios, un cierto tinte de lucha social, el conflicto contra el poderoso. ¿Qué temas te impulsan para escribir?

Denisse
(Denisse suelta una carcajada más amplia, que opaca el ruido de una alarma de auto que entra por al ventana.)

Esos que has mencionado.

Antonio

¿Por qué lo social? En la obra de Pablo, hay una gran visión social, el gobernador contra el gobernado y porqué utilizar para esta obra en especial, el famoso Huapango de Moncayo, ¿cómo empatar ambas cosas?

Denisse

En esa obra necesitaba empatar música que podían indentificar y en realidad, estaba haciendo un programa musical. Me gustan los compositores mexicanos: Blas Galindo, Arturo Márquez, José Pablo. Me ha llamado mucho la música mexicana. A mí, lo que el huapango me quiso decir, como el huapango se basa en contestaciones, lo que esa pieza me quería decir era una contestación entre un gobernador y alguien que le pide cosas: un gobernado.

Antonio

Los escritores, los narradores, ensayistas, poetas, batallan mucho para tener un feed back con su público. Para los dramaturgos en cambio, es más fácil, lo ve al momento que está ocurriendo pero esto, ¿no es un arma de dos filos?

Denisse

Los dramaturgos tienen un ego extraño. Creo que el dramaturgo tiene adentro un actor, un director. Somos gente muy sensible, nos pueden atacar fácilmente. A veces el público te puede subir el ego, apapacharte o te aplaude porque a la gente se le ha enseñado a aplaudir al fin de la representación. Pero, en esta parte de la dramaturgia, tiene muchas dificultades. Si el actor o el director cambian, ya no entendió. La mayoría de los dramaturgos optamos por montar nuestros propios textos, pero es, como te digo, el juego del azar, aguantar lo que sea.



Escena No. 2

Continúan en la sala de los espejos. Ahora hay café sobre la mesa. Es lo único que cambia. Ahora, ambos personajes constantemente se distraen mientras charlan. Miran hacia una puerta en la esquina. De ahí provienen de las voces. Son de becarios que esperan a que inicie una charla.

Antonio

¿Cuando pediste la beca de la Fundación pensaste que eras el gobernado que le pide la beca al gobernante?

Denisse

Podríamos decir que sí, en otras obras siempre utilizo gente que solicita cosas, trabajo, empleo, es como un monstruo que a mí me da mucho miedo, la solicitud, nunca sabes qué contestación vas a tener. Lo sentí como pedir a alguien que te trabajo.

Antonio

Y te dieron la beca y no sólo eso, sino que eres de las personas a quienes les renuevan la beca. Ya tienes dos años aquí. ¿Ya te quieres ir de la Fundación?


Denisse

Por una parte, sí, porque quiero ver, enfrentarme con otro monstruo que es el trabajo, muy emocionante pero terrorífico. Creo que la Fundación me ha apapachado en muchas formas y no sé, si también me ha puesto una visión idílica de lo que es ser escritor. Es como un sueño, muy dorado.


Antonio
(suben otro poco las voces de charla y la alarma del coche)

Muchos tienen epifanías dentro de la Fundación, en qué momento has dicho: ¡Qué padre, estoy aquí!


Denisse

La Fundación tiene muchas cosas buenas. En muy pocos países, creo que en ninguno, se le da este tipo de apoyo a los escritores jóvenes, pero, una epifanía fue cuando vino el maestro Carlos Prieto. Estaba sentada y de pronto veo este salón de los espejos, la duela, de pronto todos escucharlos, me dio la sensación de ser uno de estos reyes, que van a la corte músicos, poetas, que nos están como alimentando, como pequeños príncipes.


Antonio

Y como ese príncipe, se le exige algo, ¿cuál va a ser tu exigencia como creadora, cuando ya no estés en la Fundación, pero sabiendo que esto estuvo atrás, volviendo al plano social, ¿cómo vas a regresar todo lo que te han dado?

(Un becario entra a la sala de los espejos)


Becario

Ya llegó Rascón Banda, ¿no van a venir?

Antonio

Ahorita vamos

Becario

Sale, nos vemos ahorita.
(sale)

Denisse

(aprieta los labios en señal de despedida y alza la mano para decir adiós)

Antonio

Nos habíamos quedado en cómo regresar lo que se ha dado

Denisse


He estado mucho en la escena alternativa, pero incluso en ese sentido vas a darle función pero a los barrios de Coyoacán, no a los de Nezahualcóyotl. Siempre he estado en esa parte marginada, pero acogida. Me gusta participar en el EZLN pero no voy a Chiapas. Me gusta sacar cosas del discurso zapatista, pero para crear otras cosas. La Fundación es estar en la institución, pero también es estar al margen porque no está dada por el gobierno. Para mí la paradoja es cómo juntar ambas cosas.

Antonio
(las voces siguen en aumento pero la alarma del coche deja de oírse)

Han sido dos años, si la fundación fuera un montaje, qué personaje habría sido Denisse Zúñiga, el relación a todos los demás.


Denisse

Me gustaría ser el fauno, el que se esconde por ahí, el puc.


Apenas termina las voces que suben del patio aumentan y terminan por tapar la conversación. Denisse y Antonio se levantan. Antonio apaga la grabadora y Denisse toma su mochila. Salen por la puerta por donde había entrado el becario y el salón de los espejos se oscurece.


Fragmento de obra.

UNO

Un vagón de pasajeros.
El Hombre sentado con una pequeña caja de cartón en las piernas.
Sonidos y ecos de un túnel subterráneo.
Oscuridad.
Túnel. Luz.
El Niño vestido de futbolista se sostiene del tubo.

HOMBRE: (Al Niño sin mirarlo.) ¿Por qué no te sientas?
El Niño no contesta.
HOMBRE: Podría darte mil. Mil quinientos. No sé la tarifa, pero la última vez fue menos, pero hoy estoy dispuesto a…
El Niño no contesta.
HOMBRE: Olvídalo. Soy patético. Le prometí a mi esposa que no lo volvería hacer… Olvídalo. No he dicho nada.
NIÑO: ¿Mil quinientos?
HOMBRE: Sí.
NIÑO: (Pausa.) ¿Cuántos problemas tiene?
HOMBRE: Para qué te los explico, no los vas a entender, eres un niño.
NIÑO: El último hombre con el que intercambié estaba metido en un lío grande, alguien lo perseguía o algo así, por las noches yo gritaba muy fuerte. Mi madre se dio cuenta que me había intercambiado y me regañó. Podría no volver a jugar fútbol si lo vuelvo a hacer, por eso pregunto.
HOMBRE: Tengo una esposa, unos hijos. Una hipoteca. Ahí estoy de nuevo, disculpa… (Silencio.) La verdad es que me corrieron del trabajo. Eso es todo. Vicente, mi jefe, me odia. Se regodeó al decírmelo en mi cara. “No te queremos aquí. Firma tu renuncia y vete.” Tardé en darme cuenta de que había firmado los papeles sin indemnización alguna, y lo que hice fue sólo guardar algunos archivos, las fotos de mis hijos, Lalo y Pepe, ah y un pisapapeles que me dio el jefe de intendencia en mi cumpleaños. (Señalando la caja.) Todo está aquí.
Cuando llegue esta tarde con mi esposa a la casa… no sé… no quiero saber…
NIÑO: ¿En dónde baja?
HOMBRE: En la próxima.
Paso de tren.
NIÑO: ¿Hasta cuándo?
HOMBRE: (Pausa.) ¿Entonces sí?
NIÑO: ¿Hasta cuándo?
HOMBRE: El miércoles y ya, me sentiré mejor, hasta entonces tendré ánimos para buscar un nuevo empleo.
NIÑO: ¿No tiene una enfermedad terminal, verdad?
HOMBRE: No… que yo sepa.
NIÑO: A un amigo le pasó…

Oscuridad. Túnel. Luz

NIÑO: …al tercer día ya no estaba. Se disfrazan muy bien los casi muertos. Algunos niños, los que no tienen ni para comer, dejan que se los lleven a los hospitales, para comer aunque sea la comida de hospital, no importa, sino tienen cuidado y no regresan al cuerpo a tiempo se mueren… Es muy peligroso. (Pausa.) Mejor no.
HOMBRE: No niño, yo no tengo nada de eso, yo sólo… sólo soy un inútil, ¿entiendes? No sirvo para nada. Estoy sano. No me persigue nadie. Soy un fracaso nada más. Quiero descansar unos días.
NIÑO: ¿El miércoles?
HOMBRE: Sí, dos días…
NIÑO: ¿Me paga en efectivo?

Oscuridad. Túnel. Luz. Más ruido.

HOMBRE: (De pie.) Sólo tengo el cheque de la liquidación.
NIÑO: No me dejan cambiarlo. Soy un niño.
HOMBRE: Bájate conmigo, acompáñame al banco…
NIÑO: Tengo partido de fútbol…
HOMBRE: Bájate, me encanta el fútbol… yo jugué cuando era un niño…

lunes, junio 12, 2006

Ranking lucha librero

Sin nada qué hacer, sólo se me ocurre escribir un ranking de mis luchadores mexicanos favoritos.

  1. Por la forma como se eleva para hacer sus llaves, por el contacto con el público y como lo maneja: El Místico.
  2. Por que ha llevado a lo excelso la visión rebelde dentro de la lucha libre y fundado un clan que va para ser historia: El Hijo del Perro Aguayo.
  3. Porque pasan los años y se vuelve un luchador más experimentado, con garra, oficio, maldad y cuando se empeña en destruir al enemigo realiza una danza peligrosa: Black Warrior.
  4. Simplemente, porque regresó de un estrellato anodino para convertirse en figura de nuevo: Atlantis Maldad.
  5. Estos son las mejores parejas que conozco. Tienen cierta magia cuando aparecen en lo alto de la escalinata y un grado muy complejo del llaveo y el contra llaveo: Memphisto y Averno.
  6. No soy justo al momento de escribirlo en el número seis, pero este gladiador siempre que aparece hace que todos gritemos su nombre e imitemos su postura de triunfador orgulloso: Dr. Wagner Junior.
  7. Ahorita anda un poco opacado por los otros, pero siempre que sea necesario, levantará las multitudes: Rayo de Jalisco Junior.
  8. Sin ser de mis favoritos, pero tiene un largo colmillo: Universo 2000
  9. Un técnico, un gran técnico: El Negro Casas.
  10. Al final, no por ello menos peor, uno de los luchadores que, creo, subirá muy pronto, un exótico casi: Máximo.

martes, junio 06, 2006

No me sale escribir mas /Entrevista con María Lebedev

Todos los miércoles en la mañana, desde ya varios meses, María Lebedev cruza la primera sala de cubículos de la Fundación con bolsas y papeles en las manos. Saluda rápido y sigue hasta su lugar en el área donde largos ventanales permiten la entrada profusa de luz. Luego se vuelve a ir con las cartulinas, tijeras, hilo, pegamento y pliegos de papel dentro de su bolsa y sube al segundo piso de la Fundación a tomar el taller de Encuadernación que imparte Jenny. Cuando baja, trae cuadernos y diarios hechos por una mano diestra y nos los muestra al resto. Asistimos a la transformación del papel a un objeto de lujo, digamos. Asistimos también a la transformación de María Lebedev, escritora de ensayo literario, a la María Lebedev artesana.
Nacida en Barcelona pero con toda su vida en México, los ensayos de María son breves y contundentes. Su voz discursiva tiene un tono cálido como si fuera un susurro la idea que transmite. Si el ensayo es la literatura de las ideas, los textos que María ha compartido en las reuniones de becarios sobresalen porque es como si no fuera ella quien nos hablara, como si no quisieran darnos una lección de erudición, sino un idea con la cuál sentirnos cómplices, como si pusiéramos nuestra firma dentro de uno de los cuadernos que ella construye todos los miércoles.

Sobre el ensayo

Cuando empiezas a diseñar tu proyecto de ensayo, hay muchas opciones: ensayo filosófico, literario, de arte. ¿Qué fue lo que pensaste tú, de qué era lo que querías tratar al momento de escribir ensayo?
No lo tenía tan claro, conforme fui leyendo y escogiendo mis lecturas, decidí que fuera un ensayo muy personal.
¿Algo así como reflexiones de María Lebedev en torno a distintos temas?
De María Levedev pero, por accidente, porque soy yo, de casualidad. Lo que quería es se viera una voz propia.
Una cosa que me llama mucho la atención es que, a diferencia de otros ensayistas tus ensayos son como epigramas, breves, casi reflexiones y carecen de citas. ¿Esto es a propósito?
Tiene que ver con lo anterior, con ese deseo de que esa voz propia sea lo más de uno posible, que no intervengan voces de fuera. No porque considere que los ensayos con citas estén mal, pero no los siento que tengan que ver conmigo. Me gusta leerlos pero al escribir prefiero ser yo la que habla
Hay uno de tus textos donde hablas del consuelo y del consejo. Dices que al final cuando se escribe, generalmente lo que se encuentra es consuelo. ¿Cuándo escribes hayas consuelo?
María entonces lanza un breve suspiro como si quisiera encontrar una respuesta…
Sí consuelo, no resolución, no siento que se resuelva ni se concluya nada. Es como una especie de consuelo provisorio.
Es como decir: dejas que la pena continúe, como dices en otro texto.
La pena o lo que sea. No necesariamente tiene que ser pena. Sí creo que la escritura parte de una sensación de incomodidad y quizá en ese sentido se sienta uno como aliviado, pero no siento que se resuelva nada.
Cuando nace la chispa creativa y alguien quiere ser escritor, y es un sueño muy generalizado, todo mundo quiere escribir un libro, pero en realidad son pocas las personas que se avocan en realidad a escribir y leer con disciplina; pero, cuando ya se decide ser escritor te das cuenta que hay en realidad demasiados géneros, ¿por qué decidiste o por qué hasta ahora has explotado el ensayo y no otros como la dramaturgia, la poesía, la narrativa?
Para empezar, debo confesar que creo que me asustan un poco los demás géneros. Me asusta lo que tiene que ver con la imaginación. No me siento muy capaz de ahondar ahí. Y sí, en cambio, en lo más personal. También me interesa el ensayo porque permite la duda y probar y regresarse y quizás, incluso contradecirse.
Hay una parte donde dices que: “profundizar es, sin duda, en cualquier esfera, cosa difícil.” ¿Es para ti también esto el ensayo, un intento de profundizar.
Sí, el ensayo es como una luz que uno elige que ilumine algo en específico. Uno elige un tema por algún motivo y de alguna forma lo alumbra y en ese sentido se está profundizando. Chesterton lo dice, que en ensayo en el irreflexivo acto conocido como escritura que es en realidad un salto a la oscuridad. En realidad, uno no escribe un ensayo, también dice, lo que hace es ensayar un ensayo.
¿Parte de esta voz, de este acto irreflexivo tiene que ver con estos ensayos breves?
Sí, yo pensaba hacer ensayos medianamente largos, no me preocupaba la extensión, pero, conforme empecé a escribir, por la intimidad del tema, las cartas, me fui dando cuenta que me interesaba decir poquito, pero de manera concentrada. Tratando de que ese poquito dijera algo esencial.
Apostar más hacia la idea concreta que hacia la parrafada.
Sí, no se me sale escribir más, más largo.

Sobre la Fundación

Hace ratito platicábamos sobre toda esa gente que vemos, que llega aquí, a la fundación, con sus solicitudes beca, con sus manuscritos; y todos tenemos reacciones ante eso, disímiles o no pero, ¿cuál es tu reacción cuando ves a alguien que llega con su solicitud para la FLM.
Me dan ganas de ayudar a todos para que entren. Siento que en general las becas generan la impresión de que son muy difíciles de conseguir, inaccesibles para la gente “común”. Tengo muchos amigos en filosofía y letras que quieren esta beca y se sienten muy intimidados. Incluso no se atreven a pedirla. Me dan ganas de explicarles, quizá porque me recuerdo a mí misma, de cómo armar un proyecto y ahora descubro que nada más fue como un paso, un trámite.
¿Cómo ha sido tu experiencia, más allá del ego y del currículm de decir, fui becario de tal o cual institución, qué ha sido para ti de estos meses de María Lebedev en su vida, en la cual tiene que venir a escribir, va a talleres, comparte con más gente que escribe? ¿Qué ha sido lo que más has disfrutado?
Me cambió la vida diaria y esto tiene muchas consecuencias en quién es uno. Me he enfrentado mucho a mí misma, yo no tenía una disciplina de escribir todos los días, de forzarse; no porque sea una obligación sino porque uno se propone y muchas veces elude aunque sea una propuesta de sí mismo. Y es difícil. Y también el contacto con los demás becarios, con los que puedo decir son mis amigos.
¿Cómo transformó tu vida diaria tener esta beca? Otros becarios salieron de sus ciudades, otros abandonaron sus trabajos. ¿A ti cómo te cambió?
Ahora tengo un espacio para escribir. En mi casa tengo las condiciones necesarias, sin embargo, al ser mi casa me distraía con suma facilidad. Aquí hay más facilidad, aunque también hay distracciones varias.
Sí, por ejemplo cuando Hinojosa grita o la gente pone música.
Los celulares.
¿Qué es en lo que estos ocho meses, en tu escritura, ha cambiado, por ejemplo, al venir a la Fundación, has dicho, claro, esto tiene que ver con esto y has empezado el proceso creativo.
Me ha ayudado a afinar esa voz que estoy buscando. No considero que tenga una voz acabada, única e irrepetible, pero sí creo que me ha encaminado de manera muy violenta. Estaba un poco distraída y esto me ha encarado conmigo misma.
Si alguien obtiene la beca, cuáles serían tus palabras para esa persona que llegara con la ilusión de entrar a este lugar, de ver las escalinatas blancas, el león dorado del pasamanos, qué le dirías al iniciar su año como becario.
Creo que no hace falta decir nada, uno lo va descubriendo. Al que no la obtuviera, les diría que no dice nada no tenerla y que lo volvieran a intentar. Conozco a varios que escriben bien y no la han obtenido y eso no los convierte en malos escritores y el tenerla no te convierte en un buen escritor.
¿Y qué vas a hacer cuando termine la beca?
Cuadernos.
Dos breves ensayos de María Levedev

Consuelo y consejo

Ante el dolor o la dificultad, el hombre busca, habitualmente, consejo o consuelo. Uno y otro, aunque vinculados, son cosas distintas. Uno busca, a veces, consejo, y obtiene consuelo. Otras desea consuelo, y recibe consejo. ¿Cuál es la diferencia entre uno y otro? El consuelo alivia la pena o fatiga que aflige y oprime el ánimo. No cuestiona la pena, ni trata de esquivarla. La pena es, existe. El consejo, por el contrario, da un parecer sobre qué debe hacerse. Pretende evitar la pena.
Sin embargo, ambos, consuelo y consejo, no hacen más que atenuar y acompañar en el dolor. Nadie, excepto uno mismo, puede esperar de fuera aquello que aquiete al alma. Decía Rilke que las respuestas sólo podían hallarse, acaso, en las “horas más silenciosas” y “en lo más íntimo de su sentimiento”. Quejábase Fernando del Pulgar de que Cicerón no pudiera remediar sus enfermedades, sino sólo consolarlas. Y recordaba Clarice Lispector las palabras de una amiga: “Fortifica lo que de mejor tengas en ti. No prestes atención a la opinión ajena. Haz de ti misma y de tu propio yo tu maestro. Cuando él esté bien fortalecido, despertará y cosas jamás soñadas te serán reveladas”.
El dolor, aunque intente evitarse, sucede; y es de uno, sólo de uno. El dolor tiene que ver con todo, habita en cada parte de nuestro ser. Aparece de la nada, se dirige hacia cualquier sitio. Es imprevisible. O no. Da la impresión, a veces, de que siempre se encuentra dentro de uno, de que se impone, al fin, como condición verdadera y, aun cuando no lo advirtamos, reposa, mientras aguarda, en silencio, el momento de volver a exhibirse.
Escribir es doloroso porque exige un esfuerzo, un desprendimiento, un deseo de salir de uno mismo a partir de uno mismo. Desgarramiento profundo, que persigue una libertad, es ambivalente: rompe, se rompe, dentro, para luego existir, independiente, afuera. Y en su independencia es admirable, pese al malestar que ha causado al soltarse. El consejo, en la escritura, vale poco: porque escribir es trabajo solitario, y nadie, en el fondo, más que uno mismo, puede decidir cuál es el curso, el recorrido adecuado –si es que lo hay–. El consuelo, en la escritura, es lo escrito, lo creado. Y, aquí, el consuelo pasa pronto a ser recompensa. Algo ha nacido.

A partir de Epicuro

Profundizar es, sin duda, en cualquier suelo o esfera, tarea difícil. Por serlo, en ocasiones resulta irremediable el intento, acaso velado, de eludirla. El desvío puede producirse inesperadamente, de modo disimulado. Aun cuando uno busque la hondura esencial de todas las cosas puede apartarse de su propio camino, de su camino elegido, y, por temor, o insuficiencia de ánimo, asentarse en la tibieza –con frecuencia más suave y cálida, menos turbulenta–. Así, la escritura y las relaciones personales comparten, con insistencia, este miedo a lo profundo. El control excesivo, en ambos, tiende a convertir el esfuerzo en intento vacío, carente de gravedad o trascendencia. Una escritura tímida contiene su pulso verdadero, impide el curso de su voz más propia. No es libre sino que se preocupa por persuadir y, de este modo, cautivar. No produce, digamos, amor, sino, quizás, y sólo a veces, enamoramiento. Leer un texto plagado de citas, que repite lo que ya ha sido escrito por otro o que se sirve de un método pícaro, engañoso, para convencer de algo sobre lo que ni siquiera él está seguro –porque no le pertenece del todo–, no puede sino provocar, en el mejor de los casos, desconfianza y, peor aún, aburrimiento. Algo similar sucede con las relaciones: aquellas que no lo arriesgan todo, que no se permiten la equivocación, el atrevimiento ni la desnudez, que no cruzan el umbral de lo incierto –allí donde todo obnubila y confunde, de tan oscuro–, se diluyen en el lugar común. Y nadie que se mantenga en el lugar común, en ese espacio seguro, llegará a ser verdaderamente feliz.

lunes, junio 05, 2006

Poetas campesinos

La música arribeña, esa que se canta y toca en los estados, en las montañas que juntan y atraviesan los estados de Querétaro, San Luis Potosí y Guanajuato, ha dado grandes versificadores orales, excelentes músicos que, con su canto, han mantenido la tradición de las famosas "Topadas".
Verdadera composición del alma, sumergida por la sencillez de la montaña, sólo, como frases para pasar el día, transcribo unos fragmentos de la conversación con varios poetas arribeños que vi en un documental reciente:
"Se me ruedan las lágrimas porque uno las escribe (las palabras) con todo sentimiento."
Maestro Antonio García.
"Oiga, está uste muy bravo para la poesía."
Al preguntarle al maestro Lupe Reyes cómo empezó a escribir.
"Y vino y me enseñó algunas cosas, pero no la corrección."
El maestro Lupe Reyes al contar que alguien le quiso decir cómo escribir mejor.
"El poeta debe de ser como un guerrero acechador."
Ángel González, al referirse a las topadas.
"!De mis libros ya soy centinela, porque soy muy veterano
pero ni aunque se me acabe la vista, dejaré de ser poeta queretano".
Versos del maestro Lupe Reyes.

viernes, junio 02, 2006

Alguien se entera de que otro escribe. Con recelo lo lee. Con violencia lo ataca. La gente espera tantos Poe y Mausapssant, que nazcan por cientos, por miles pero la verdad es que Poes y Maupassants son más producto del azar que de otra cosa. No hay genios, creo, cercanos a nosotros.

jueves, junio 01, 2006

Lengua

Cuando leo en silencio mi lengua se alborota. Es como si tuviera la imperiosa necedad de moverse al ritmo de las palabras. Es sólo al principio cuando permanece inmóvil, como si estuviera bajo el ritmo e hipnósis de las palabras, ya sean: "Hace cinco meses búscalos en vano Clemente Silva. Ni rastro de ellos. ¡Los devoró la selva!" o: "El amor, hoy como ayer, puso la mesa. Toma pues con amor lo que hay en la fuente:", o "En los harapos del cielo hollado por los rayos cosidos a toda prisa cualquier neblina se ha deshecho hace tiempo ya en cientos de estrellas".
Y mientras los leo, mientras mi vista se posa y las vuelve sonido dentro de mi mente, mi lengua comienza a mostrarse ávida, laboriosa por decir las palabras. Intenta imitar el movimiento de la O, o de la E, o de la J. Pero no la dejo. La mantengo aplacada en el paladar, sujeta con no sé qué fuerza. Luego, a mitad de la lectura me acuerdo de ella, tomo conciencia de ella y la encuentro dormida, recostada la punta de ella en la parte media, como si quisiera sumirse en un sueño de esófago.
Apenas la recuerdo se contrae y aguarda a que caigan en mi voz esos salados dulces que son la poesía, la prosa. Ya después, yo le doy de comer todo lo que quiera: poemas que Jaroslav Seifert o de Gertrude Kolmar o ese picor en la lengua que son las narraciones de Élmer Mendoza. Y mi lengua se pone entonces contenta, brinca entre los dientes, los acaricia, sube al paladar, se esconde al decir nombre, jubilosa por tanta energia. Es mi lengua y no puedo hacer más por ella. A veces, feliz, hurga también la piel de la mujer que amo. Es tan feliz entonces, igual que si leyera el mejor verso del mundo