miércoles, agosto 13, 2025

El otro día mientras hacía una serie en el gimnasio puse atención en las venas de mis brazos. Y pensé las veces que, de niño, me inyectaron y las buscaron para canalizarme sueros y otras medicinas. Una ocasión, en particular, me picaron en la mano con tan mal tino que la enfermera la rompió. No tardó la sangre en hacer una bolita bajo la piel. Después me inyectaron en la otra mano y pasó lo mismo. Luego en la vena por encima del codo. Lo mismo. Del otro lado. Igual. Al final me pasaron el suero por las venas de los pies. Estuve con los pies en alto para que pudiera fluir la medicina y el suero. Pero cuántas veces no me han inyectado. Una temporada fui altamente enfermizo y casi cada semana me ponían suero. La última vez fue el año pasado, cuando mi cuerpo dijo basta a una temporada de estrés, viajes y cortisol alto. La enfermera me puso el contenido completo de una jeringa de omeprazol. Yo, que pensaba que solo iba por un pequeño cansancio. A veces nos excedemos. Yo vivo en el exceso. Diviértete, me dicen. Vive la vida. Pues bueno, creo que cada quien la vive como puede. En fin, me estoy yendo. Las venas. Quien sabe cuántas picaduras más les faltan.

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