lunes, octubre 23, 2006

Samuel Noyola... Nota Aclaratoria

No ha muerto Samuel Noyola. No. Después de investigar sucedió lo que gratamente esperaba: Hubo un error en la nota del periódico Unomásuno al respecto. Samuel no ha muerto. Qué bueno. Como sea dejo el post, una forma de homenajear a este buen amigo en vida. No compren el Unomásuno. Si son capaces de soltar un error de esta magnitud, no quiero saber qué hacen con las demás noticias...
¿Quién se irá a parar frente a tu ataúd, Samuel? ¿Quién hará una larga lista de tus deudas, tus botellas, las ciudades que recorriste? ¿Quién se irá a parar frente a tu ataúd? La nota no dice nada, sólo que falleciste. ¿Es cierto? Fallece Samuel Noyola, el poeta vagabundo. ¿Es cierto? Yo sólo atino a recordar tus ojos luminosos cuando te dije que había encontrado diez de tus viejos libros, Nadar sabe mi llama. Yo sólo atino a recordar aquella vez que dejaste a Toscana a punto de pagar la cuenta con tu viejo pretexto de: "voy a la casa por dinero". Y de las veces que fui uno mas de tus donadores de efectivo para ir por ahí viviéndola. Muy tarde supe que fuiste el consentido de Octavio Paz y que incluso, lo acompañaste a Estocolmo a recibir el nobel. Lo que sí supe pronto fue que me defendiste una vez de una riña segura y dijiste: "Con Toño no se metan". O de la vez que en una presentación de libro, ya en el Distrito Federal, intentaste bajarme a una "novia" que ni lo era para después invitarme un trago del vino de cortesía de la presentación. Samuel Noyola. No sé si en realidad has muerto porque la nota sólo dice que Fallece Samuel Noyola, el poeta vagabundo y dice que vivías en una Caribe. Dice también que escribías un nuevo y largo poema y que te sentías a veces marciano o a veces querías crear un campamento para niños. No sé, Samuel, si en realidad has muerto. ¿Quién se va a parar frente a tu ataúd? Al menos nos dejas palabras, libros cuyas llamas saben nadar, de tequilas con calavera, nos dejas palabras, muchas que algunos detestarán y tu memoria vagabunda, tu fantasma errante que andará de oficina de redacción a cantinas, de cantinas a presentaciones de libro. Algunos las verán y otros te leerán con una ternura sólida ante tu recuerdo. Yo sólo tengo, ahorita, consternación.
Asiesea
Ridículo padre
Bajo el cielo de Tucson
Que mandas todavía cartas de amor
A la madre.
No olvido mi nombre sellado en tu cara,
herrado a tres sílabas
y en labios de ella generoso chispazo
abriendo con fe lo oscuro,
fuero en el espejo desvelado del alba.
No venga más memoria
a perturbar
flor de sangre inquieta en el costado.