domingo, octubre 05, 2008

Fuentes no interesa

Ayer venía en el metro. Leía el periódico. La gente me aventó hacia una de las puertas y pude oír a un par de chicos que hablaban. ¿Ya leíste el libro de Enrigue?, le preguntaba, emocionado, un chico a otro. "Si vieras que Hipotermia es una gran librazo." El otro chico asintió pero luego dijo: "no, no, es bueno, sí, pero creo que puede dar cosas mejores." Cerré el periódico, con una sonrisa cómplice. ¿Y ya viste que cambiaron la fecha para el premio nobel?, insistió el primero, de pelo largo, rizado, flaco, camisa con un oso medio electrónico. "Ojalá se lo den a Llosa o a Fuentes." dijo el primero. El segundo bufó con aburrimiento. "Fuentes, Fuentes, ¿no te da hueva Fuentes?" Entonces lo miré. El chico se veía aburrido, fastidiado, como si sólo mencionar a Fuentes o que alguien alababa a Fuentes le produjera una hinchazón en el juanete. El otro se quedó callado. "Bueno, entonces a Magris, o a Adonis o a Phillipe Roth." Entonces el otro apenas si sonrió y dijo: "Podría ser Magris, pero quien sabe, tampoco creo que aún se lo merezca. Bueno, ya me bajo". Se despidió con un gesto adusto y el otro chico se quedó con una media sonrisa. No sé porqué, sentí que estaba ante dos iluminados: uno para quien la literatura es aún una diversión, una posibilidad, una certeza o vaya, un gran pasatiempo y otro para quien la literatura representaba todo lo que estaba ya muerto, sólo una manera de mantener una respiración artificial. El chico que se quedó en el vagón sacó su libro. Era Hipotermia, por supuesto. No le vi ya el rostro, sólo el lomo gris del libro, solo el bailoteo del nombre de Álvaro Enrigue en la portada que se movía por el vaivén del vagón.