Por donde se le vea, el video de la CANACA es divertidísimo. Qué cosa cuando explica qué es la CANACA y alza la voz al decir: "de la república mexCAna..." O la otra tan celebrada de: "soy el hijo del papá".
Pero, después de ver varias veces el video, la risa voluntaria e involuntaria va perdiendo su efecto y sólo me queda una macilenta sensación de ahogo. ¿Y si sí es cierto? ¿Y si sí, los policías, le bajaron, tal vez no los cincuenta mil pesos, pero sí unos cinco mil, o mil o lo que fuera? ¿Y si sí hubo abuso de poder? ¿Y si la frustración de la CANACA era real, sólo que tergiversada, anulada, disminuida, ridiculizada por el alcohol y por la risa involuntaria que nos provoca?
Yo tenía un amigo que era policía. Un compañero de la cuadra. A veces nos contaba que lo mejor de los fines de semana era bolsear a los borrachos. "Era como si te dieran un domingo adelantado," recuerdo que me decía. Al pensar en ello vuelvo a la CANACA.
¿Y si sí lo amarraron como puerco? ¿Y si sí le quitaron su dinero? ¿No provoca entonces, en el corazón, una leve sensación de humillación, como siempre, ante el poder: uno ignorante, lerdo, poco instruido, como es el que nos topamos muchas veces ante la ley? (Con sus salvedades, claro).
Insisto: ¿Y si sí lo amarraron como puerco?