lunes, noviembre 24, 2008

Hace tiempo que no escribo nada en este blog. Antes me he amenazado con dejarlo, pero siemplemente no lo hago. Persisto aquí, tercamente, escribiendo. Antes me cabía la posibilidad o la ilusión de que alguien, al leer estas breves semblanzas de futbol, literatura, o de nada, encontrara algun guiño de complicidad en la palabra. He encontrado de todo, desde buenos y posibles amigos hasta gente que ha entrado, como se dice, a ensuciar la casa.
Hace días recordaba a don Rubén Bonifáz Nuño. Leía una entrevista que salió publicada en la revista del Búho o algo así, que dirige René Avilés Fabila. Fue una grata sorpresa encontrar en aquellas páginas la sólida convicción poética de un hombre como él. Esa tarde, andaba dando vueltas por la ciudad buscando ejemplares de Dejaré esta calle para una inesperada presentación den Tulancingo. Hacía mucho que no me movía tanto por la ciudad. Fui del edificio de Conaculta a la Vasconcelos, de ahí en camión al Metro Balderas, después a la educal atrás del Auditorio Nacional y en el metro, el bus y la calle me encontraba con las cálidas palabras de Nuño, hablando de sus pasiones por la poesía, por la palabra, sus ensayos con la materia prima del lenguaje.
Y me sentía torpe, muy torpe. El tráfico estaba inmerso en su tarea de siempre. Las luces de un avión parpadeaban en el cielo nocturno. Luego, me encontré con una amiga en el metro auditorio. Además, ese día estrenaba zapatos-tenis, después de casi un año sin querer comprame nada para mí: nada de ropa, ni zapatos, ni libros. (Bueno lo último último que me había comprado había sido el Pointer que luego me encargué de destruir en Xochicalco).
Pero ante todo eso la tarde se había vuelto sorprendentemente tranquila. Imaginaba que caía un avión y no tenía para donde correr. Cuando llegué a la casa me tiré a ver la televisión y sólo hasta la noche, antes de dormir, terminé de leer el artículo de Bonifáz Nuño. Qué nostalgia sus palabras, sin duda. Qué nostalgia me da la vejez al imaginarme en ella. Ojalá pudiera expresarme como lo hace el viejo en esa entrevista; con las convicciones donde deben de estar.