martes, noviembre 01, 2022

 A veces me pregunto de qué sirve escribir todo esto. Es decir, dejar un registro, una memoria. ¿A quién le importaría? Es un ejercicio del ego, porque pasado cierto tiempo, una vez perdidas las lecturas por morbo o por ansiedad, todas estas palabras caerán en el olvido. Hoy, una escritora joven, afirmó que ser escritor es en realidad una forma de fracasar. Claro, me pregunté entonces el tipo de fracaso que soy y, también, por qué debía de tomar con una verdad esas declaraciones. Es decir, escribir es un buena medida lo que me mantiene en el mundo. Cuando he intentado hacer otras cosas, la escritura se resuelve o se impone. Tuve un sueño una vez, en donde alguien me hacía pasar solo por un burócrata, por decir una profesión, pero luego le insistía: no, pero también escribo, como si eso me separara del mundo. De alguna manera lo es. Aun y cuando no le he dado demasiada ideología a mis palabras ni demasiado contexto ni intelectualidad, mis palabras han sido: son. Son en la medida en la que también estoy vivo. Cuando muera pasarán al olvido, a diferencia de la de algunos de mis contemporáneos. Tal vez por eso sigo escribiendo, para ser este fracaso que me separa de otros fracasos. 

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