Qué curioso cuando encuentras un libro que parece que está escrito para ti, cuando en realidad, está escrito para algo que nos es tan humano: que todos hemos pasado por decepciones amorosas. Por vidas que quisimos asir y se nos fueron o bien, las desgastamos hasta que se volvieron otra cosa, pero no amor. O al menos, ya no ese amor que es fuego, emoción, esperanza, descubrimiento, complicidad. Y hoy encontré ese libro para mí y en él, una frase escrita por Faulkner en Las palmeras salvajes, curiosamente mi novela favorita de él; pero lo más sorprendente es que esa frase se reproduce en una carta que Faulkner le escribe a su amante, Meta Carpenter: "entre la nada y la pena, prefiero la pena". Y sí, claro, yo también lo prefiero. Ese dolor o esta pena que arrastro desde hace meses es mejor que la nada. La pena también nos salva. Nos recuerda que hemos vivido. He tenido mucha pena y dolor desde octubre por distintas cuestiones y han sido distintas también: una pena por un amor de años que encuentra su fin tras años de desgaste y una pena por un amor de meses que encuentra su fin cuando se nos olvidó a ambos que el amor no puede encadenarse ni aplicarle tantos registros y demandas. Dos dolores de distinta graduación y gradación, que van atemperándose con el tiempo. Sí, prefiero la pena, ambas penas; y aquí después, viene la salvación que el libro propone: que también estas penas están habitadas por días perfectos: esos días en los que amamos sin reservas, sin miedo, con entrega, donde todo sale bien, donde hay un cansancio por estar vivo que es más bien un júbilo, esa felicidad, además, que no sabemos que existe en ese momento, pero es. Y caray, claro que tuve mis días perfectos en ambas penas. O, sí, vaya que sí. Y saben, que no siempre podemos decir que tenemos esos días, no están hechos para todos, afortunados quienes los tienen; esos momentos en los que estamos más vivos. Y con M tuve mis días perfectos, no pienso en los otros, que también los hubo, pero sí tuve mis días perfectos. Esos los guardaré, con la pena, claro, para que, cuando esté viejo y el corazón necesite más, poderlo sacar a relucir con su poder de que han sido vividos. Y también tuve mis días perfectos antes, con S, pero ahora se trata de buscarlos conmigo mismo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario