lunes, febrero 13, 2006

Valentín

Quién piensa en las flores cansadas en los aparadores, los chocolates grumosos dentro de anaqueles de vidrio, las tarjetas viejas en cajones de donde nunca saldrán. ¿Guarda alguien, acaso, aquella postal que recibió a los trece años de parte de una compañera?
Yo no puedo pensar en San Valentín. Pienso en esa niña de trece años que va con el gobernador a pedirle permiso para casarse con su novio de dieciséis y que está en la cárcel. Pienso en hombre dentro de los barrotes acusado de violar a su novia de trece y quien le cantan los otros presos canciones de amor. Pienso en su carta de amor poblada de errores ortográficos.
Yo no puedo pensar en San Valetín, más que en los chocolates amargos por el tiempo, en los barrotes oxidados de la cárcel donde un acusado de violación espera que el gobernador le dé permiso para casarse con su novia de trece años.