jueves, agosto 31, 2006

Estaría muerto/Entrevista con Humberto Macedo


Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”
Edgar Alan Poe


¿Qué seres imaginarios son tus favoritos?
Las criaturas de la noche: vampiros, hombres lobo, espectros, presencias, íncubos, súcubos.
Música, cine o literatura para darle vida a estos seres.
Las tres.
¿Cuál es la mejor?
La literatura y, aunque son muy malas, las películas de terror que son burdas, que no asustan.
¿Cuál fue la última película de terror que viste?
Vi Silet Hill y me reí mucho.
¿Cómo definirías a Humberto Macedo en libros?
Con La obediencia Nocturna de Juan Vicente Melo, La materia del insomnio, de Mario González Suárez y Sobre héroes y tumbas de Sábato.
¿Porqué los vampiros para tu novela y no otros seres de la noche?
Siento una deuda con los vampiros. La literatura de vampiros fue lo que me regresó a la lectura. Me tocó el auge dark de los noventa.
¿Y porqué dejaste de escribir y leer?
Porque me gustó la patineta y la calle.
Tus libros favoritos, los que te gustan.
Moby Dick, me gusta mucho la obra de Rider Haggard, Las minas del rey Salomón, en especial la saga de Ayesha, Ella y El retorno de Ayesha son alucinantes.
¿De donde nace tu vampiro en la novela?
Quise hacer un vampiro muy ojete.
Pero… ¿de donde nace?
Vi una película muy mala, Vampiros, de John Carpenter. Violenta y gore pero al final, de la manera más inverosímil, gana el bien. Entonces, decidí escribir una novela donde ganen los vampiros.
¿Cómo es la vida de Humberto en la Fundación?
Sufrida.
¿Por qué sufrida?
Porque no me ha ido como hubiera querida en las tutorías, por lo demás me la he pasado muy bien.
¿Estás contento en Liverpool 16?
Sí, definitivamente, por mucho tiempo que sufra, sufriría más trabajando en una oficina, por lo menos tengo tiempo para pelearme y sufrir porque no me sale la novela.
¿Crees en las instituciones culturales?
Claro, debería de haber más. Estos apoyos son fundamentales. Ayer estaba leyendo un libro de Juan Vicente Melo donde León Felipe le escribe una carta. Le escribe que ese libro es muy malo, (uno que le había enviado Melo a Felipe) pero que se ve en él la promesa de un escritor. Vicente Melo era médico. León Felipe le dice que hay que decidir, porque no se puede tomar la literatura como hobby. Entonces, este tipo de apoyo te dan la oportunidad de, por lo menos un año, dedicarse a escribir.
¿Cómo ves la vida literaria siendo joven?
No me he fijado mucho en la vida literaria.
¿Y al ejercicio literario?
Me permite comprender el mundo o creer que comprendo al mundo. Es mi droga.
Si tuvieras un padre literario, ¿cuál sería?
Poe.
¿Y qué Poe?
El Poe de “Berenice”, de “La caída de la Casa de Usher”, de “El Cuervo”.
¿Alguna vez como escritor te has sentido marginado?
Más por otras cosas, no por ser escritor. A veces siento que, por ser yo, los escritores me marginan. Muchos cuando me ven, dicen que sí tengo cara de alguien que lee. Me dicen qué más parezco rock.
¿Qué libros te habría gustado escribir?
Drácula
¿Poco ambicioso?
Drácula porque es un icono. Puede ser que otras novelas, pasajes me gustan más. Drácula no es un solo una novela de vampiros, es una gran novela.
Autores de novelas de vampiros que nunca leerías.
Mario Cruz, Anne Rice. Me gustaba pero ahora creo que me causaría revoltura de estómago.
¿Y de literatura vanal?
Uno de Raúl Velasco. Te podría decir libros de quienes no volvería a leer: Xavier Velasco, Carlos Fuentes, José Agustín.
¿Qué personaje serias si la Fundación fuera un montaje?
El asesino.
¿Si no escribieras qué harías?
Estaría muerto.
Exposición temporal (fragmento)
Comienza a reír sordamente cuando se da cuenta. Escapar, único detalle en que no había pensado. ¿Cómo salir de ese lugar, sin ser visto y llevando la estatua consigo? Esta realidad lo golpea y se deja caer sobre sus piernas. Sentado en el suelo, contempla lastimeramente a su trofeo, y su victoria falsa, y su infinita estupidez. La risa se convierte en llanto. Llanto que suspende al darse cuenta de que el objeto que sostiene entre sus manos pierde la dureza y su temperatura se incrementa. La aspereza de la piedra se transforma lentamente en una suavidad viscosa, que cobra movimiento y emite, desde su interior, rítmicas palpitaciones. Por un momento cree que alucina, que su fracaso lo ha desquiciado. Se desengaña al sentir las manos abrasadas. Intenta desasirse, arrojar lejos de sí la escultura, pero le resulta imposible. El dolor le embota la razón, lo subyuga, inútil resistirse. Los ojos de la deidad comienzan a refulgir y al sentir que ese brillo lo atraviesa, hiriéndole el alma, comprende que está perdido. Vuelve a escuchar el terrible alarido, que ahora le rompe los tímpanos y lo llena de horror. Intenta gritar, pero la estatua no sólo le ha robado la voz, sino también la fuerza, la voluntad. Antes de perderse en un limbo inconmensurable, se le permite saber que tenía razón: desde el principio hubo un vínculo: fue elegido y, gozoso, asistió al sacrificio.
Humberto Macedo.- Nació en la Cd. de México en 1976. Psicólogo por la UAM-Xochimilco, ha publicado el conjunto de cuentos Nictofobia y otras torturas nocturnas (UABJO, 2002, Premio nacional de cuento, categoría estudiantil, Benemérito de América), la novela Ordalía (Lectorum, 2004, Premio Nacional Juan Rulfo para primera novela 2003), y sus cuentos han aparecido en diversas revistas literarias y portales de internet. También está incluido en Niñas, moscas y otros muertos. Antología de cuento joven, publicado por la UNAM. En 2005, ganó el premio nacional de cuento El crimen como una de las bellas artes, convocado por el Instituto Coahuilense de Cultura, con "Menàge a trois".