Nada define en realidad cuál es el mejor o el peor libro del año, acaso unas dosis de visceralidad, de compañerismo, de exposión crítica de uno. ¿A juicio de quien se hacen estas listas? Prefiero pensar no en el mejor libro que leí al año sino en el mejor momento en el que leí un libro. Estaba en casa, tirado en el balcón, miraba las nubes, el viento bajaba cálido hasta mi. Mía se lamía las patas en una pequeña cornisa. La lavadora empezaba a exprimir la ropa. Extendí la mano y saqué una papa frita. La mordí. Después cerré el libro, me dormí y cuando abrí los ojos, sí, las papitas seguían ahí.