Me gustan los blogs, pero hay una especie de ellos que procuro no visitar: aquellos donde se habla de literatura con cierto aire de vanguardia y cierto tufillo intelectual donde, quien escribe, tal parece que en realidad habla de sus frustraciones intelectuales, la falta de fama, la falta de atención a lo que él dice. Dicen que todo apesta. Que no hay futuro. Que los escritores mexicanos nacieron con el schip de mediocridad en "on". Íntimamente, no creo que la literatura, ejercerla, sea una práctica de la infamia y la frustración. Eso no quiere decir que sí sé de qué trata en realidad, pero al menos me queda claro lo primero: la literatura no es para frustrados mentales. Por eso me gusta oír y ver poesía y video, narrativa y comic, performance con textos de Poe, aliteraciones en la obra de quien ustedes quieran y el cine. O la simple y llana felicidad de la literatura para jóvenes y niños o de los libros de quienes intentan hacer lo mejor posible, lo que esté a su alcance, porque nadie nació siendo Proust, ni Rulfo. En fin, esos blogs no los veo... pero... a veces caigo... irremediablemente, a veces caigo. Y descubro el mundo. Descubro ese mundo fruncido de los pontificadores.