jueves, septiembre 21, 2006

Dentadura

Mis dientes. Veo mis dientes. Los de arriba son un poco más grandes. Fueron los primeros en salir tras la caída de los dientes de leche y tal vez por eso, salieron con fuerza, expandiéndose a su gusto bajo las encías, enlazados, una muralla blanca. Mis dientes inferiores son un poco más pequeños. Casi no aparecen en mi boca cuando hablo, sólo cuando me carcajeo. Y me carcajeo mucho. No sé qué será de mis dientes aunque les doy un trato de reyes. A veces miro con nostalgia las dentaduras postizas. Me pregunto si un día las utilizaré como mi padre. Mis dientes. A veces en la calle veo algunos dignos de museo: salidos, filosos como acantilados. Otros tímidos, apenas visibles, tiernos para morder sólo brinzas, harinas, cosas blandas y suaves. Los míos son fuertes. Quiero a mis dientes porque son poderosos y parejos y miro de nuevo las dentaduras postizas. Cómo el hombre ha inventado todo lo que pierde con el tiempo. Pronto habrá corazones artificiales infalibles y pulmones e hígados. Las denturas postizas son tan sólo la arqueología de nuestro tiempo. Mis dientes nunca caeran ante ellas.