domingo, noviembre 25, 2007

Reincidencias, Eduardo Zambrano

"Fui el otro Midas con esa terca obsesión
Todo lo que toqué se volvió literatura."

Hace mucho que no escribo sobre libros, pero estos días tuve la oportunidad de conocer Reincidencias, del poeta regiomontano Eduardo Zambrano. He leído su libro por fragmentos y lo llevo siempre en la mochila. A veces lo ojeo en el metro o bien, mientras espero que me traigan la cuenta en algún restaurante y aprovecho en esos momentos muertos para abrirlo y decirle a O algunos de los versos:
"Sólo cuando me veo a punto de renunciar
entro en el agua helada.
Es entonces que puedo maldecir
a mis anchas... y destrozar el jabón
como una franca advertencia
para ahuyentar a esas hienas
que ahora rondan la carroña de mi destino."
A veces, algún poema del libro no me dice nada, pero a la vuelta de la hoja me encuentro con algo que dice algo profundamente de Eduardo Zambrano, pero es tal su manera de decir, que es como si yo lo hubiera pensado. Creo que la poesía tiene muchas formas de ser y de compartirse con los otros. Yo tomo la idea del plagio: esa poesía que te gusta porque te arrebató lo que tú querías decir.
El libro, Reincidencias, está lleno de apuestas, de confirmaciones de ser algo o alguien. Es un callado canto al optimismo que nace después de estarse mucho tiempo callado, mucho tiempo con ganas de decir algo. Con un lenguaje franco, sencillo, mas no por ello menos poético, Reincidencias, de Zambrano, sigue en mi mochila. A veces me pregunto por qué lo sigo cargando. No me sé responder, pero espero que, cuando salga de mi mochila y entre al librero, me haya dejado todas las ganas de volver a él, de reincidir en sus palabras.

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