lunes, abril 28, 2025

 La gente no entiende y no debería de importarme, pero no entiende lo que estoy intentando hacer. Salvar la memoria, mi memoria, la memoria compartida de tantos años. No cortar de tajo lo que ha sido y es. Y que tiene sus posibilidades de ser. No en el mismo plano, claro, pero sí en otros que también implican acompañamiento, amor, comprensión, incluso madurez. Pero lo aceptado es que todo debe ser cercenado, destruido, puesta sal sobre el terreno donde antes hubo una casa. Y en ese lance me juego mucho, tampoco es algo obligatorio, por supuesto, pero aspiro a eso. Y como en el amor, se necesitan dos personas para que eso ocurra. Hoy, que le comentaba a la terapeuta eso, sólo sonrió y dijo: sí, casi nadie entiende. Y le decía, sé que en determinados casos el contacto cero, el corte final, etcétera, es lo ideal, pero, ¿y si existe otra forma de seguir en la vida sin esa herida? No por cobardía, sino por entereza. Incluso por responsabilidad.

domingo, abril 27, 2025

Casi al final empecé a enviarte imágenes y videos de árboles que me encontraba en el camino. Creí que era algo de lo que podíamos hablar. Te mandé unas jacarandas hermosas que se veían desde la terraza del museo de arte de San Luis Potosí. Las ramas eran vastas, pesadas, llenas de flores. Al fondo se recortaba la torre de una iglesia. Luego te mandé las ramas de otros árboles enmarcados en el firmamento. Se veía al aire moverlas. Finalmente, te mandé otros árboles, sólo las cortezas, en el camino de regreso del Cofre de Perote, de la comunidad de Pescadores. Árboles. Investigué qué significan: cambios, esperanza, contacto con el mundo espiritual. Ojalá un día recabes en eso y que eso también era otra forma de decirte el amor: que sólo te mandé al final árboles hasta que ya decidiste no contestar ese último mensaje. Pero árboles: te mandaba paz. Me enviaba paz también.

jueves, abril 24, 2025

Han sido días de cierta incertidumbre, pero también de una verdad: de que no era el momento. Y de que antes debo estar en paz con alguien más. Aún así no ha sido fácil. Lo que he perdido es cierto. Ese mundo que se me ofrecía se ha perdido, por impaciencia, por inmadurez, por lo que sea, pero esa ventana ya se ha cerrado. Pero tampoco estoy huérfano. Es decir. Hay tantas cosas a mi alrededor por las cuales estar feliz y luchar. Me estoy concentrando en ellas. Y hablo. Y acepto mis errores. Tampoco me castigo de más. Han sido días de estar en casa, con mis padres y mis sobrinas y al menos una hermana. Los otros permanecen y pertenecen ya a sus otras vidas. No hay queja. Bueno, un poco sí, pero ya hablaré con ellos. Además, no tengo modo de decir o exigir su presencia cuando he sido yo el que antes no estaba. Era como vivir en el sin lugar. Como no estar en un sitio. Como si me hubiera instalado en un lugar en donde aparentaba estar, pero no estaba y culpaba a otros por esa situación. En fin. Hablo. Escribo de modo críptico. Yo me entiendo. Y saldré de esto. Ya es hora de dormir.

miércoles, abril 23, 2025

No voy a desaprender nada de lo que aprendí contigo. Y es mejor ya hacerme a la idea de que nuestro tiempo terminó. Que ni tú ni yo aprendimos lo suficiente de nosotros y del otro para estar juntos, pero que en el tiempo que nos correspondió estarnos sí nos compartimos cosas que serán parte de nuestra historia. Seguiré dándole a mis perritos aceite de lavanda para tranquilizarlos y seré más cuidadoso con lo que comparta de mí en otras redes, haré el aceite de romero para el cabello e intentaré ser ese tipo bueno que creías ver en mí. Leeré poesía con más cuidado, así, haciendo la prueba del poema. Y otras cosas que no compartiré aquí. Que tú estuvieras fue un regalo en una vida que hacía tiempo estaba dormida, no por carencia de talentos sino por abandono. Aunque no estoy en paz con mis decisiones, voy a ver a dónde me conducen. Y seguro aparecerás por aquí cada cierto tiempo, y está bien. Yo no creo en el contacto cero porque en determinados casos solo mutila lo que puede seguir floreciendo. Y lo que aprendí contigo merece florecer. Convertirse en un gran árbol que le dé sombra, frescura y belleza a mi vida.

jueves, abril 17, 2025

Hoy me pusieron el tallador de granito, el típico de las casas mexicanas. Pero más allá de eso. El que estuvo tirado en el patio de la casa de mi abuela quien sabe por cuántos años. Décadas. Aunque no lo recuerdo en mi infancia, pero ahí estuvo. Y cuando supe que viviría aquí una temporada, me dije: debo estar mejor cuando se ponga. Y sí, hoy se ha puesto. No estoy mejor, dicho sea de paso, pero las cosas han evolucionado, y eso sólo es una buena noticia. Han cambiado. Aunque ahora recuerdo lo triste que estuve ese sábado en Madrid, que me obligué a caminar para no pensar en mi situación de ese momento. Caminé y caminé y caminé. Solo. Entre el bullicio, por el templo de De Bod hasta salir a la Almudena, luego por la calle de los coreanos hasta salir a un costado de El Callao. Mañana deberé estar mejor, pensaba, solo tengo que pasar esta noche. Y aunque al día siguiente fue peor, en fin. Ha pasado el tiempo. El tallador está instalado. 

lunes, abril 14, 2025

A mí, lo que me dieron los libros de Mario Vargas Llosa fue una disciplina lectora. No recuerdo en qué momento tomé aquel ejemplar de La ciudad y los perros, pero sin duda fue animado por la lectura de P, quien alababa, cada que podía, el inicio de la novela -Cuatro -dijo el jaguar. Con eso me bastó para adentrarme en esas tramas caudalosas de MMV. Las distintas perspectivas de los personajes, los narradores en distintos sitios, la trama entreverada, la confusión de quien hablaba y sobre todo la brutalidad en los actos de la novela me produjeron una sensación de estar en casa, es decir, de leer a alguien que iba a ser para mí. Años después, el maestro C, me lo dijo: -Tienes que buscar a tus maestros propios. Y, aunque no he escrito nada, ni por asomo a lo que MMV ha hecho, de alguna manera está en mi ideal de escritura escribir una novela que sea así, aunque no lo haya hecho ni lo haya intentado. De ese calibre aunque no se parezca a nada de eso. Por esas fechas, inicio del siglo XXI, me iba los sábados a leer a un restaurante por la zona de La Fe. Llegaba a las diez de la mañana y leía de tirón hasta la 1:30, 2:00, cuando por lo general entraba al cine en la misma plaza. Y leer a MMV fue parte de mi rutina. Sólo lo leía los sábados. Y así, tras terminar La ciudad y los perros, decidí tener mi temporada MMV. Leí, en ese año y medio, antes de irme a la cdmx, La casa verde, Conversación en la catedral, La tía Julia y el Escribidor, Historia de Mayta, Los jefes, los cachorros, Pantaleón y las visitadoras, hasta que llegué a La guerra del fin del mundo y entonces todo terminó. ¿Cómo ser el mismo después de leer esa novela ancha, amplia, profunda, esa red de narradores, esa voluntad mayúscula de escritura? Dice Capote que existe una diferencia entre escribir mal y escribir bien, pero es posible caminar ese trayecto, pero la diferencia entre escribir bien y hacer arte, es insondable. Me quedó claro, entonces, y no es una victimización de parte mía, que yo iba a intentar hacer arte, pero lo más probable es que me quedaré entre escribir bien e intentar hacer arte, que también sé que no todos lo desean, menos en estos tiempos de productos editoriales en pos de venta. Y eso me ayudó a amar más la novela. La tengo como una aspiración en mi oficio. Luego, más tarde, me leí La fiesta del Chivo y ahí terminé mi ciclo de lecturas de MMV. No he vuelto a leerlo desde entonces. Ni sus novelas nuevas. Me quiero quedar con el MMV de entonces y mi yo de entonces: un tipo solitario, callado, lector, con ciertas aspiraciones que hoy se han cumplido. Hoy lamento su fallecimiento. Poco me importaron, con el paso de los años, sus chismes literarios, su vida como persona, yo a la única que le había prestado atención era a su vida como autor. A sus novelas. Y, con sus novelas, me acompañó por años, me dio la disciplina para leer, que agradezco. Que vaya en paz, le digo. Nosotros, los lectores, también estamos en paz no con uno ni dos, sino con varias de sus obras. Es lo mejor que, como lectores, podemos desearle a quienes han escrito y, cómo lo han escrito, las historias que nos dan escena y camino en el mundo. 

sábado, abril 12, 2025

Llego a casa después de estar muchos días fuera. Los perros me lloran después de tanto sin vernos. Les abrazo, les beso la frente. El mueble que esperaba está ya también, aun envuelto en su cartón de embalaje. Observo la casa en silencio y entonces, también, los pensamientos que he dejado atrás me alcanzan. Aunque no los he dejado del todo. Me han acompañado. Estaban en el avión, en el trayecto en la pequeña camioneta a las comunidades en la sierra. En el rostro de la niña de mejillas rojas y piel pálida que me entregó su libro para que lo firmara y puse su nombre y pasé el dedo sobre la escritura como si lo pasara realmente por las mejillas de quien me hizo recordar. Estaban esos pensamientos en el túnel de la TAPO, y mientras me protegía del sol con la cortina del autobús y mientras esperaba, impaciente, la llegada del avión de regreso a casa. Estaban en el bosque de niebla y en la neblina densa que nos escondía al ir hacia Altotonga. No he dejado de pensar en ella, pero al mismo tiempo, me queda claro que lo que soy, lo que ofrezco ahora, es solo una incapacidad para compartir bien la vida, que sólo puedo darle pedacitos y esto no está bien ni para ella ni para mí. Así que nada. Es mejor ser justo y no vender humo, que ya lo hice en las últimas semanas cuando me di cuenta que debía tomar distancia. Y sin embargo, no es fácil. Aquí están los pensamientos, no solo los pensamientos sino la necesidad de escribirlos, de decirlo, aquí estoy y te pienso. Eres presencia en la ausencia. Pero un día las cosas estarán mejor. 

lunes, abril 07, 2025

Desperté agradecido. Por las cosas pequeñas y las grandes, por las que se mantienen con estabilidad y las que desestabilizan. Por los amigos, claro, y las amigas. Por tener algunas cosas claras. Porque los nubarrones nos permiten ver de qué espíritu estamos hechos. Y desperté leyendo poesía. Así, de manera aleatoria, como me leía ella.  Y encontré estos versos sueltos: Nadie sabe qué fue del Fénix/ si alguna vez vuelve a su ceniza/ le gusta recordar otros momentos. Somos féniz y ceniza al mismo tiempo. Recuerdos para otros momentos.

domingo, abril 06, 2025

 Todo este camino ha estado sembrado de dudas. Y creo que uno no merece ser castigado, coaccionado o apurado por eso. La duda es una fragilidad. La duda es como una enfermedad de la que sólo se sale con el tiempo y con reflexión. Y sin embargo, mientras ocurre, todos los futuros son pasos en falso. Todos los futuros están alimentandos por la ansiedad de que no sean posibles. ¿Y si debo hacer esto y no lo otro? ¿Y si rompo el silencio? Dudas. El año pasado me leyeron el tarot. Yo, que nunca había ido a eso, fui dos veces. La primera ocasión con un hombre en una casa abierta al mercado de los domingos en el barrio. Lo que más recuerdo de esa lectura era que no estaba obligado a tomar ninguna decisión. Eso me tranquilizó, pero no me ayudó cuando unos días después me encontré ante mi momento más triste del año. Luego, el diciembre, me volvieron a leer el tarot y lo que más recuerdo de esa lectura fue mi pregunta de: ¿Y si no tomo las decisiones correctas, aunque me tarde, pero encontraré la luz? Si pospongo cortar un lazo, si regreso a donde dije que me iría. Si abrazo con fuerza la oportunidad nueva que se me ofrece. U ofrecía. No contaba con que un par de semanas después de esa lectura, aquella oportunidad que veía perdida volvería con fuerza. Antier, D, me dijo con su habitual asertividad: "no funcionó porque los jugadores siguen en el mismo sitio". Pero, al mismo tiempo, estaba cansado de forzarlo todo. Necesitaba paz, necesitaba hacer un alto. Y lo he hecho. Por quinta vez, creo, me he ido. He optado por alejarme y por tener paz. Pero a veces, me digo, ¿dónde está el coraje? Mi coraje, por supuesto, para arrebatar mi futuro. ¿Dónde está ese futuro? Me da miedo no resolverlo, pero voy a mi ritmo, ¿qué más? Hacerlo al ritmo de los otros solo me produce ansiedad. Aunque ahora son las dudas. Nada cambia. Espero que pronto lo haga. Hoy encontré también una pequeña almohada que me dieron y que, como fetiche, mantuve cerca hace meses. Me recordaba días lindos. Fuertes. Entrañables, donde ese futuro al que quería ir estaba claro, luminoso, asequible, hasta que descubrí que debía, antes, aprender ciertas cosas, valerme por mi mismo, es decir, recuperar ciertas cosas. En terapia lo dije: "le dije que necesitaba estar solo para aprender y no repetir viejos patrones". Es honesto, me dijo. Pero tal vez, solo tal vez, apurar el tiempo ha contaminado todo. De nuevo, las dudas.

jueves, abril 03, 2025

Encontré una manera de honrar y de cerrar esto. Creo que es una manera digna de decir adiós. Creo que es importante saber decir adiós, aunque para unas personas es más fácil que para otras. Aunque a algunas personas se les diga adiós con más facilidad que a otras. Esos adioses que significan "te tendré presente", "buen viaje, sé feliz". A veces esos adiós son la cosa más honesta y posible de decir para el bien de uno.  No creo que uno nos prepare para los siguientes, pero de alguna forma toda nuestra vida es un entrenamiento para decir adiós.

martes, abril 01, 2025

El flypi que te compré
la cafetera que te traje
el viaje que hice de vuelta
el tejuino que compartimos
el sol a su punto
el libro que te peleé
el mor dicho muchas veces
el perro una y otra vez
los perros
la casa abandonada
el pozole de res
cuyo nombre siempre olvido
son esas cosas
que conforman el paisaje
de lo perdido.