martes, enero 18, 2005

II

1

Se me empolvan las palabras,
se convierten en piedras en mi lengua.
Hay que tener la boca de tierra
para no poder decir nada,
hay que tener terrones como muelas,
cascajo metido entre los incisivos.
Se me llenan las manos más que de greda,
marga, polvo. Y así me han dicho que ande,
con un reguero de recebo rojo en las venas,
con un recebo roto en las venas,
haciendo a ser que vivo,
haciendo a ser que respiro más que aire arena,
a hacer que bebo más que agua piedra
molida, retriturada, en reflamada pasada.
Así me han dicho, así ha sido.
Arena. Sólo arena. Única original palabra.
Única manera de que al final, no sorprenda
a nadie en la boca de mi féretro
con otra cosa que no sea esto.
Ha de ser terrible encontrarme como cuerpo.