Suena el celular. Es la Sra. Queta. Me dice que si le dejé lo del mantenimiento y le digo que si. Luego se pone a llorar. Dice que no se vale que, que no es justo. Me cuenta del pequeño y gran fraude que le hicieron. La señora Queta quiere su casa. Está cansada de vivir en algo que no es suyo. Trabaja todos los días lavando ropa y limpiando casas. Cuida a unos ancianos una noche a la semana. Va y viene con doctoras que le tienen la casa hecha un chiquero. Gana al día 150 pesos con los cuales tiene que vivir. Siempre anda a las carreras y no puede pagar al mes los 1,500 de renta de su casa con piso de tierra por la Álvaro Obregón.
La señora Queta tiene como cuarenta y seis años y a veces me dice que no sabe qué va a hacer con su vejez. Pero un buen día, llegó muy animada. Iba a comprar una casa. Le habían dado un crédito. Yo qué voy a hacer joven, me dijo, si no tengo ni donde caer ¿Y cuando esté vieja y se me vayan las fuerzas? Ya con mi casita tengo. Y empezó a pagar su casita. Pagó 32 pagos de 325 pesos semanales. Casi ocho meses. Antes, le cobraron cinco mil pesos de escrituras y papelería. Y hoy le iban a decir dónde estaba su casa. La encontraba muy contenta. Su casa. Su nueva y propia casa.
Pero no se vale, no se vale, me dice. Y me cuenta que llegó muy contenta en la mañana con todos sus papeles. La pasaron con una licenciada. La mujer la vio de arriba a abajo, le ordenó sentarse y luego tomó los papeles. Aquí hay un problema, le dijo. ¿Pues cuál problema? Varias veces no pagó el viernes, ahora tiene una multa de diez pagos y ahora, la mensualidad ya no será de 325 pesos sino de 425 pesos a la semana. La señora Queta explotó. ¿Cómo que tengo atraso? Siempre pagué. Pues se atrasó unos días. Pero pagué. ¿Y eso donde dice? En las letras chiquitas. Nuestras famosas letras chiquitas, nuestras letras chiquitas como cuentitas de cristal.
Y si quiere salirse, le vamos a tomar las mensualidades solo a 225 pesos. Usted decida. La señora Queta salió llorando y con rabia del lugar. A nosotros nadie nos hace caso, me dijo mientras bajaba unas escaleras y me contaba entre llanto toda la tragedia. Vaya a quien corresponda. A la profeco, le digo. Vengo de la profeco, y luego joven Toño, la licenciada me dijo que una vez que pagara los diez pagos de multa ahora tenía que hacer otros 32 pagos de 425 pesos para que me dieran mi casa.
Todo eso me dijo. A mi me da mucha rabia. Y luego leo en otros blogs, siguiendo un hilo de teseo, que si la literatura es seria, que si los escritores norteños esto o lo otro, que si hay gente comprometida o no, que si alguien sí o no es comprometido con la literatura y sobre la honestidad. Cuantos millones y millones viven allá afuera con la única idea de la supervivencia. Cuantos se esfuerzan mas para alcanzar una bocado o robarlo, o anhelan algo distinto, un estudio que no te haga mas engreído sino te permita vivir un poco mejor. Ah, pero a todos nos pasa el filtro del ego y lo inmediato. Y la gente se preocupa por la seriedad en la literatura. Tonterías donde todos caemos. El cinismo es el mal de este mundo porque incluso, alguien podrá leer esto y pensar que la señora Queta fue una tonta. Ojalá alguien piense que sí es una injusticia quitarle a los que menos tienen. Y ojalá alguien, hagamos algo.