La historia del fútbol en Monterrey data de los años cuarenta, 1945 para ser exacto, cuando se fundó el club de Fútbol Monterrey. Tras una primer campaña triste donde perdieron a varios jugadores en un accidente carretero en Zacatecas, donde se elevó la figura del "Che" Gómez quien rescató a sus compañeros heridos de entre los fierros, el club desapareció y no volvió a tener gloria sino hasta la década de los sesenta cuando fue campeón de la segunda división.
Una historia de derrotas, de mala fama, de dinero mal invertido es también la historia del club de Fútbol Monterrey al que se le oponen pocas glorias como el campeonato del 86, el campeonato de copa del 90, aquella final perdida contra los Potros de Hierro del Atlante y recientemente, el campeonato del 2003 ganado al Morelia en el Morelos.
Muchas leyendas, sin embargo, se forjan y han forjado en la institución y nombres como el "Che" Morales, Bahía, Guillermo Martelotto, el "Abuelo" Cruz, Manuel Negrete entre muchos otros han nacido al abrigo de la institución de las Rayas. Y los fans en Monterrey, una ciudad habituada al mito del esfuerzo, que ven en el fútbol el único escape a una sociedad industrializada donde la mentalidad es trabaja fuerte y ganarás, son más que fans feligreses de sus equipos y jugadores. Habría que ver sólo por televisión el llanto cuando sus equipos pierden una final o aquel mítico descenso de los Tigres de la UANL en los noventa donde el estadio literalmente lloró toda su frustración.
Y en Monterrey, los líderes de los equipos, quienes se llevan la gloria son los jugadores, especialmente los delanteros. La mayoría malos, unos pocos buenos, solo algunos, extraordinarios. Ahora con la partida de Guillermo Franco se han podido ver estas muestras de feligresía de antaño. La gente formaba vallas para despedirlo. Un niño saltaba a sus brazos para llorar y rogarle que no se fuera. Un chico con sindrome down hacía lo mismo. Una mujer le contaba que su hija lo admiraba. Y Franco, ese también delantero de antaño, quien llevó a los aficionados rayados a tres, imagino, de sus mejores recuerdos: el campeonato del 2003, y la eliminación en semifinales del odiado rival: los tigres, en el 2003 y el 2005, sólo sonreía y se aguantaba las lágrimas.
¿Por qué se le lloraba a Franco en su partida hacia un equipo europeo? Porque Franco encarnaba, encarna, ese ideal del ser regiomontano, calladito, poco socarrón, humilde, muy trabajador y con una fe muy grande. Franco se hizo en Monterrey a base de su esfuerzo después de una primer campaña pésima con Daniel Passarella pero, conforme pasaban los partidos, la afición se daba cuenta que ese hombre estaba hecho con otra pasta, que ese hombre estaba hecho con otro aliento. Hombre evangélico, hombre trabajador, regio por adopción, Franco atrae multitudes que ven en él un ideal de triunfo y éxito. Al igual que en otros deportes, cada jugador es en su relación con el público, su personaje. A Franco se le va a extrañar, sin duda y se le va a olvidar porque la feligresía tiene sus muchos santos y la única manera de tener admiración es, en el fúbtol, mediante los goles.
Franco, un hombre regiomontano en todos los aspectos, al menos en el mito de lo que significa ser regiomontano. Seguro se ha ganado su lugar dentro de la historia del club. Por lo mismo, me permito este ex-abrupto: "Guille, ¿por qué te nos fuiste?"