sábado, abril 08, 2006

Curiosidades

Me pregunto entonces: ¿de dónde nace la curiosidad en ese hombre que, al pasar un vendedor de llaveros con lámparitas, decide, sonrisa al frente, alzar la mano en el vagón caluroso, polvoriento, para comprarse un llavero? Y el hombre paga con un billete, sonríe a quién sabe quién, toma su llavero y por un momento, como si quisiera contener el instante, el hálito de lo mágico, alguna certeza, enciende la lamparita. La luz ínfima, delgada como varios cabellos, le pega en el rostro. ¿Es la curiosidad la luz en el hombre o es la voz que antes gritaba: llavero con lámpara, cinco pesos, llévese sus llaveros con lámpara por cinco pesos. Qué simpleza de espíritu el de ese hombre que, por un momento, cifró en una lucecita de cinco pesos una sonrisa en la tarde.