jueves, abril 05, 2007

Espacios

El viejo de don Juanito vivía casi frente a mi casa. Su casa era amarilla, de madera y techo de lámina. Un día me contó que en San Francisco lo habían navajeado y me mostró la cicatriz: gorda, enreverada. El viejo don Juanito murió estando yo lejos de casa y cada que volvía, encontraba el tejaban amarillo casi derruido, a punto de caerse. Me decían: anoche entraron a la casa. Me decían: ya se secó la higuera. Me decían: ahí hacen ritos satánicos. Y cada que volvía a casa miraba el derruido tejaban y algo de nostalgia se me embarraba en el pecho.
Cada viaje nos va orillando a lo desconocido.
Hoy llego a casa y veo las puertas del tejaban abiertas. Me late la curiosidad. en 20 años nunca entré ahí. Aparece mi tío y me cuenta, rápido, que lo dejaron encargado de la casa, que los familiares de don Juanito la van a tirar, etcétera. ¿Y puedo entrar? Claro, éntrale. Adentro hay un cama vieja, un perchero con un hueserío de ganchos para colgar la ropa. En el piso hay montones de ropa, muebles de madera extremadamente delgados. Entonces noto las pequeñas dimensiones de las piezas, los pocos metros donde puede vivir un hombre. Y pienso que, con la vejez, en realidad sólo necesitamos de espacios pequeños para vivir. Continúo con mi visita: aunque ya no hay nada más qué ver.
Espacios pequeños para la vejez, pienso al salir. Tengo que salvar, al menos, un espacio pequeño para la mía.

3 comentarios:

Óscar Ávila dijo...

Pienso se podrá vivir en un espacio pequeño siempre, sin ncesidad de una vejez compañera. Claro, la vejez además trae muchas veces soledad y entonces un espacio pequeño se vuelve más conveniente para no sentirla tanto. Saludos.

Eloy Caloca Lafont dijo...

Yo tuve un viaje similar:
Paseaba cuando tenía diecisiete años alrededor de la Web. Parajes literarios, los apenas nacientes blogs y los forillos pseudointelectuales, econtrábame impávido ante una página que encontré. Tres palabras: Club-de-Brian. Mandé mi colaboración y quedó en un eterno "espero respuesta". Triste, solitario y decaído, me pregunté dónde habían quedado aquellos forjadores de Brian (que loado sea) y me alegra encontrar a alguien, con esa misma fotografía: la mano asfixiante, la sonrisa valemadristonihilistoide y buenas piececillas literarias. Espero me contactes, porque ando ávido de publicar o de darme a conocer un poquito, ahorita ya tengo diecinueve y sí, aún escribo. Soy un mocoso que escribe, como dijera el "Kazaro", ya me andaba imaginando pueblos kázaros luchando contra jázaros...Ramos versus Pavic. Qué chido. En fin...eloy_caloca@yahoo.com.mx a ver si nos enviamos cuentos, invitaciones y datos...soy queretanito serrano. Somos pocos escritores mexicanos, do-not-let-us-down

mr. akamu dijo...

sabes, eso de los espacios me tienen preocuado, ya que acá en mty, pues, imagina, uno vivió algo en el santa lucía y zas! un día te lo remodelan, quedando sólo el recuerdo intacto de ese momento, lugar, pero cuando no quieres recordar con la mente sino evocar tanglemente.

eso pensaba después de salir de una relación, ahora, creo que los espacios, sean grandes o pequeños, si carecen de la forma, los pensamientos, ls objetos sentimenales, pues chale, para qué tenr un espacio.

o siento lo mismo cuando andas perdido en losespacios culturales de la ciudad.

saludos