lunes, abril 09, 2007

Volver

Ir, regresar, volver. Pierdo la noción y el tiempo de las veces que he vuelto a Monterrey. No olvido la primera vez: la nostalgia de reconocer las calles y los camiones, las despedidas, las lágrimas. Ir a Monterrey me supone también un reloj de tiempo. La ciudad siempre ha cambiado cuando vuelvo. Descubro primero que hay puentes en Gómez Morín, más tarde, que le han abierto un río a las calles, más tarde: descubro otro puente en Félix U. Gómez. Ahora que fui: descubro Céntrica, una gran centro comercial donde antes hubo un tiradero de desechos industriales: y veo la extensión de la línea dos del metro y una inmensa grúa suspendida a más de cuarenta metros de altura.
Monterrey pierde sus rasgos, se construye otros. Yo también me voy configurando con cada que vuelvo a mis viejas calles. Nunca soy el mismo al entrar a la casa. Nunca soy el mismo cuando me voy.

1 comentario:

Óscar Ávila dijo...

Me llama la atención que casi cualquier ciudad cambia, pero nos impresionan más los cambios en las ciudades en donde crecimos. Supongo que por ser señales innegables de que nuestro presente no es nuestro pasado. Un abrazo.