martes, septiembre 13, 2022

 Llegó una perra al centrito comercial de San Miguel. Estaba en los huesos. Le di de comer. Al día siguiente volvió, pero ahora ya había más locatarios. La perra les molestó. Al rato andaba ahí, alejándola con escobas. Yo me pregunto a veces, o muchas veces, por la educación sentimental que tenemos con los perros de la calle. ¿Es tan difícil, realmente tan difícil apiadarse de un pobre perro o perra que está en los huesos? Esa gente, que no se apiada de los animales, ¿dónde tiene el corazón? ¿En qué parte de su indolencia encuentran espacio para el abandono? Por otro lado, sé que es una responsabilidad, al menos una que por el momento yo no puedo tener. Al menos le seguiré dando de comer.

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