martes, septiembre 27, 2022

Bien dicen que el lenguaje es ese vestido intangible que exhibimos. He intentado escribir una oración bien sencilla:

"Siempre he querido escribir un libro sobre lectura tras mi paso como docente del Programa Nacional de Salas de lectura previa a esta administración..."

Ahí me detuve. No. Siempre, no. No siempre estuve en ese programa. Así que escribí:

"He querido escribir un libro sobre la importancia de la lectura tras mi paso como docente del Programa Nacional de Salas de lectura, previa a esta administración...."

Me volví a detener. ¿Qué es lo previo, mi paso o la administración? Ademas, ¿iniciar con un verbo compuesto? ¿Y si mejor empiezo dando el contexto? Así que escribí ahora esto:

"Tras mi paso como docente del Programa Nacional de Salas de Lectura, previo a esta administración, he intentado escribir un libro sobre la lectura."

Tal vez, solo tal vez, es demasiada información. ¿Qué importa si fue en esta o en la otra administración? ?¿Para qué meter un contexto político que no tiene caso? ¿Y si solo informo lo esencial?

"Quiero escribir un libro sobre la importancia de la lectura con mi experiencia como docente del Programa Nacional de Salas de Lectura".

Ahí está. Esa es la frase, al menos, la frase para mí, desde mi concepción del lenguaje y la migración de la información desde ese espacio intraconectado que es nuestro pensamiento a ese espacio abierto que es la escritura. 

Ahora bien, este libro ya descubrí cómo escribirlo: como una especie de diccionario personal, en donde pueda citar a otros, pero también recuperar las experiencias, intensas, de cuatro años de trabajo y más de 100 grupos a los que les impartí más de 2700 horas de clase aproximadamente. 2700 horas de pensar los libros, las lecturas, de imaginar las posibilidades de eso. Y puede que, primero ensaye en este blog las entradas y, si algún día se vuelve libro, las recupere.

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