miércoles, junio 15, 2005

Siempre nuevas herencias y viejos vicios

"El Norte es lo importante, todo lo demás es Literatura".
Paty Blake, extracto de su ponencia presentada en el
I Encuentro de Escritores Jóvenes del Norte,
"Voces Convergentes en la Silla"
La literatura como todas las demás artes o ejercicios del ser humano conlleva a una búsqueda de la identidad pero también a una reseña de la identidad. Te defines a partir de tu entorno, te definen tus amores, tus odios y lo hechos que vas dejando en el camino. Somos una amalgama de oficios y afectos, de calores y fríos. La palabra nos define también. Sin embargo, nos define más nuestra vida que nuestros ejercicios laborales y artísticos. Todo lo demás es literatura. Yo simplemente daría una vuelta de tuerca más a la frase de Paty Blake. La literatura es importante, todo lo demás es la vida.
En días pasados se llevó a cabo en Monterrey en I Encuentro de escritores jóvenes del Norte "Voces Convergentes en la Silla". El evento se llevó a cabo en el patio central del Museo Metropolitano de Monterrey y tuvo como institución convocante al Consejo para la Cultura de Nuevo León. La unión de ambas instituciones tuvo, sin embargo, su origen en el deseo de cuatro jóvenes escritores y poetas de Monterrey por unir los lazos del norte y dar a conocer su obra y conocer otra obra. Me refiero a Minerva Reynosa, Gabriela Torres, Oscar David López y Herman Gil.
El encuentro fue un claro ejemplo de lo que puede hacer la voluntad y el respaldo de instituciones fuertes. Los tres días que duraron las mesas de presentaciones de libros, ponencias y lectura de obra se llevaron con un estricto orden donde nada faltó. Desde los desayunos en el hotel, las comidas en El botanero y las cenas en el Museo de las Culturas Populares, la organización del encuentro, Minerva y compañía, el equipo del Conarte y más gente, fueron escribiendo un diez con letras firmes e indelebles.
Fue un encuentro donde además, se ejerció y se respiró la unión entre los invitados a participar. Fue un encuentro de amigos que sólo los hermana el Norte y la escritura pero que al verse, se reconocieron todos como iguales sin ánimo de revanchismos, envidias o protagonismos. Desde la poesía firme de Sara Uribe, la ponencia sobre la violencia de Diana Zamora, los cuentos pornógrafos de Luis Valdez y Gaby Torres y la siempre limpia visión de Julian Herbert hasta la claridad de las ponencias de Paty Blake, Mariana Martínez, el verso cuidado de Oscar Dávid López asistimos a una encuentro donde por sobre todas las cosas se mantuvo una visión clara del norte como tema literario.
Todo lo anterior son las nuevas herencias de los jóvenes narradores y poetas que desde el Norte plantan su voz con firmeza. El ejercicio de su palabra es una forma de cambiar rumbos y separarse de sus antecesores. La cuestión siempre es cometer parricidios con nuestros maestros. Si esto no ocurre se puede caer en los siempre viejos vicios que también estuvieron en el encuentro.
Me refiero con esto a protagonizar una barbarie protagonista de injurías y rebatingas literarias como sucedió en las mesas de ponencias matutinas del viernes. Me refiero con esto a improvisaciones a la hora de leer, a ponencias donde no se tomaba en cuenta al público y se extendían y se extendían. Como vicio me refiero también a esa capacidad de perderse e irse a otros lugares y no concentrarse en los eventos (vicio en el que admito todas mis culpas).
Sin embargo hay un vicio mayor al que quiero hacer alusión: el desaire del gremio de escritores de Nuevo León. El público se mantuvo gracias a los mismos participantes y otros grupos de jóvenes (curiosamente rivales de los organizadores). Fueron pocos los creadores regiomontanos que asistieron al encuentro. Ahí estaba la plana mayor de la Mancuspia y varios más pero la gran mayoría brilló por su ausencia.
Dijo Cuitláhuac Quiroga en su mesa que el norte no existe, al menos no el norte literario, al menos no existirá mientras no se conforme un cuerpo de la obra. Estoy de acuerdo con él. Agregaría tan solo que el Norte existirá en el momento que todos los escritores se integren a eventos tan loables como el desarrollado. El Norte también existirá mientras los jóvenes escritores se tomen en serio su participación en eventos como este no improvisando, no pensando que la risa fácil es sinónimo de una buena ponencia.
El I Encuentro de Escritores Jóvenes del Norte "Voces convergentes en la Silla" sale, sin embargo, con notas muy muy altas gracias a la labor de Herman Gil y compañía, del Conarte y de los autores mayores que apoyaron y dieron cauce a este encuentro como las visiones de la misma Mancuspia y de Leticia Herrera. Es cuestión de los participantes estar a la altura de estos esfuerzos. Habrá que hacer ahora un forzoso análisis e iniciar ya una valoración del siguiente encuentro que esperemos, sea pronto una tradición que termine por darle a este encuentro el valor que esperemos, pronto tendrá por encima de los encuentros de tierra adentro donde siempre siempre van los mismos. Mientras tanto ahí está el Norte y la escritura como importancia. Mientras tanto, en realidad, está la vida.