lunes, junio 20, 2005

De los veinte que tenía nada más quedaron seis

Los deportes que el hombre realiza en el orbe son en realidad una versión evolucionada del juego que de niños nos producía alegría como la roña o las escondidas. Mientras que en el juego vale la diversión y también la picardía, en los deportes esta diversión y picardía desaparecen por "los motivos deportivos" del triunfo. Ganar no es lo máximo, es lo único, dice la máxima. Con el afán del triunfo se subordinan otros valores y también, necesidades, protecciones, etc.
Los deportes son ahora la versión más tecnificada y "civilizada" de la guerra. Aún faltan mucho por cambiar y para muestra el partido donde el "Co-Chino" Benitez, técnico del Boca Juniors, escupió a un Bofo Bautista que como niño héroe se enredó en la camiseta de Chivas después de ser expulsado en tan tenebroso juego.
Como todo producto del hombre, el juego también contiene y define al hombre y es víctima de los valores y los errores del hombre. Es una mentira que el deporte se debe a sus espectadores. En realidad lo que menos importa ahora para el deporte mundial, es el espectador. Lo que importan ahora son los sponsors, los derechos de televisión, los contratos con las marcas de proveedores. ¿Se imaginan un pleito entre Adidas, Nike o Umbro contra la FIFA?.
El día de ayer este pleito entre proveedores y federaciones tuvo un momento álgido e histórico en la fórmula Uno. El problema fue que Michelín, la proveedora de llantas para siete de las diez escuderías de la F1 no metía la mano por la seguridad de los pilotos que participaran en la carrera en el circuito "sagrado" del automovilismo norteamericano de Indianápolis. El motivo eran las explosiones de neumáticos en los coches de la escudería Toyota. Tal sólo la primer explosión había mandando contra el muro al Ralf Shumacher. La segunda explosión también lanzó al piloto de pruebas de la misma escudería contra la barda.
Michelin encontró la falla. Las llantas tronaban ante la velocidad y el peso del auto a más de 300 kilómetros por hora al tomar la peraltada (la curva con un grado de inclinación). Sugirió dos cosas: poner una chicana (una pequeña "S") en esta altura para obligar a que bajara la velocidad los pilotos o bien, dejar que se les entregaran una nueva dotación de neumáticos nuevos a los equipos. Bridgestone, la otra proveedora de neumáticos se quejó y la FIA no aceptó los cambios. Aún así Michelín mandó un avión con más de 100 repuestos de llantas hacia Indianápolis con el fin de hacer presión. Jarno Trulli, piloto de BAR había ganado el día anterior al "pole positión" a un Montoya de Mclaren que había quedado rezagado hasta la mitad de la grilla. Era apenas el tercer pole positión del italiano en sus años en la F1.
Cuando empezó la carrera los veinte coches salieron a la pista y en la primer vuelta uno a uno los autos de Renault, McLaren, Williams, BAR, Red Bull, Sauber y Toyota entraron a pits. Sólo quedaron en la pista los humillados Ferrari que este año no han dado una, y dos equipos pequeños como Minardi y Jordan. La carrera empezó sólo con seis coches. El públicó protestó lanzando botellas de plástico y aluminio (Barrichello tronó una de ellas al pasar en una curva lenta). El los pits el resto de los pilotos se bajó, tomó sus cosas y se fue a su casa. Al final Michael Shumacher ganó la carrera y en tercer lugar quedó Tiago Monteiro, un ex Champ-Car donde nunca había ganado ni una carrera. Hoy la prensa lusa dice que Monteiro hizo una carrera inteligente y alaba el podio histórico de su piloto.
No importa que el público haya visto una carrtera de seis coches. No importa que el deporte se haya visto sacudido por el problema entre la FIA, Michelin y el gremio de pilotos. Monteiro obtuvo un triunfo histórico, Michael Schumacher volvió a ser el "esclavo" de Ferrari y al espectáculo desapareció. Aún así ¿cuántos millones de dólares se agenció la FIA con la carrera? Eso importa ante una F1 que muchos consideran desaparecerá en el 2012. La carrera de Indy del 19 de junio del 2005 sienta un precedente también, importante. Las reglas son las que importan en el juego y nadie está por encima de ellas ya sea Michelin o las escuderías más importantes. Pero también sienta un precedente peligroso. Las reglas se deben de cumplir así y el perjudicado sea el público, un público que quería ver si si Alonso se mantenía en lo alto de la clasificación o si Kimi Raikonnen lo alcanzaba. Pero al menos ayer no pudo ser porque las reglas no estaba hechas para el público.