viernes, junio 03, 2005

Darwin

He visto grabados de Darwin.
A los doce su rostro es liso como
una manzana
A los treinta se le ve apostado y
feliz sentado en un sillón.
A los cuarenta ha engordado
y las patillas victorianas resplandecen.
A los setenta su rostro está cubierto
por raíces blancas donde no queda
rastro algo de ninguna manzana
Me dolió entonces mi vejez
¿Qué forma tendrá mi rostro
cuando a los ochenta sonría?