jueves, julio 07, 2005

Sin comentarios



Hay días cuando la indignación es el único sentimiento posible. Ver las imágenes de los heridos, de gente que sale de los túneles del metro, de un autobús que se deshizo como papel es un llamado al silencio. Pero incluso ahí en el silencio y al reflexión surgen las arbitrariedades de los pueblos, el poder de uno solo o un grupo. Existe, creo, una gran grieta entre los dirigentes y las necesidades de los pueblos: una abertura que se ensancha día tras día. El pueblo exige simplemente paz, el gobierno demanda poder así y vaya y destruya la paz de los otros. ¿Qué aprenderá el gobierno británico tras esto? ¿Aprendió en realidad el gobierno de los Estados Unidos lo mismo que su pueblo después del desplome de las torres gemelas?



Al final sólo queda el dolor, el sentimiento de que puedes ser tocado en cualquie parte. Esa fragilidad causa temores. El terrorismo es la forma como ejercemos nuestro lado más inoperante del corazón y el respeto a la otredad. Hay días así, donde la indignación es el único sentimiento posible y donde cualquier palabra, aunque reflexiva, sobra como las lágrimas de una mujer que mira a lo lejos la destrucción y cómo se va acercando a ella.