jueves, mayo 18, 2006

XXXIII

Dejé esa oficina
sus llaves
el escritorio
la computadora
que nunca fue mía.
Dejé sus pasillos
ese aire invernal
sobre el teclado
las risas
perdidas
los saludos
vanos.

Hoy me recuerdan
a veces, me dicen
entre una hora u otra
mientras van al café
o a la copiadora.
¿Qué se habrá hecho?
preguntan
¿Quién sabe?
se responden

Ya estoy muerto ante ellos
es la burocracia
lo que me les olvidó.