jueves, mayo 25, 2006

Variaciones sobre un mismo Santoy

Hace días las madres de Diego Santoy Riveroll y Ericka Peña Coss sostuvieron un altercado en una avenida regiomontana.
Hace meses un grupo de regiomontanas, muchachas de entre 13 y 16 años, clamaron a la sociedad que liberaran a Diego Santoy porque es muy guapo.
Hay periódicos que muestran al hermano de Santoy con una mirada de cordero llevado al matadero.
Ni la misma Adela Micha pudo contra el férreo silencio del inculpado y aparente asesino de los hermanos de Erika.
Del padre de los niños, nada se sabe.
De la madre de los niños, aún recuerdo verla dando horóscopos.
Lo que el río dice es que: es mentira que Santoy fuera amante de Teresa Coss, que todo es algo armado por la ampliamente reconocida y tres veces baleada abogada Raquenel, que sí era una relación enfermiza la de los muchachos y que, ese muchacho va a salir libre. Va a salir libre porque más allá de que sea inocente o no, va a salir libre.
Las cárceles no están hechos para "culpables" con dinero.
Pero hoy se pelearon las madres del asesino confeso y de la chica Peña Coss.
Nadie piensa ya en la sangre que pide justicia. Nadie piensa ya en ese momento de horror en el cual los niños vieron la muerte. ¿Quién piensa en la asfixia que tuvieron, en ese dolor lacerante que les invadió el cuerpo? Ya nadie quiere ver ni imaginar qué pensaron los niños al momento de sentirse perseguidos, de ser muertos. ¿Qué separa su muerte de aquel hombre al que asesinan en una silla eléctrica? ¿Qué separa la muerte de esos niños de al menos un judío asesinado en las cámaras de gas hitlerianas? ¿Qué separa la muerte de ese niños de aquel al que ultiman en una calle neoyorquina o de las mujeres que desaparecen en Neza y ciudad Juárez?
¿Quién se acuerdo de esos gritos infantiles en la noche?
Nadie. Enloden más el caso, denle vueltas al caso, llenen de más papeles el caso. Si un padre sabe que su hijo o hija asesina a otros ¿merece el amor del padre estar por encima de la ley natural?
Pero ayer las madres de este Romeo y Julieta modernos se encontraron en una calle y como fiel tragedia se agarraron a golpes e, incluso, se lanzaron una botella de agua.
Qué bonito espectáculo da la tragedia y muerte modernas.
Qué lejos del arte de Shakespeare y Sófocles estamos.