miércoles, julio 19, 2006

Habría que extenderse como un árbol, alzar los brazos, afianzar bien las raíces bajo tierra o en el aire. Poco importa. Pero afianzarla donde cada quien quiera. Y luego dormirse, caer en un profundo abismo donde nada impere, donde nada golpee con su aleteo de gorrión. O habría simplemente que morirse y ya. Hay tanta tierra abajo para ocultarnos, después el olvido haría lo demás.